Paramilitarismo quiere implantar una "economía de la violencia"

La implantación de una "economía de la violencia" es el objetivo que se han planteado grupos empresariales apátridas, los grandes productores, el capital transnacional junto con las mafias delincuenciales, ligadas al paramilitarismo, que monopolizan las redes de bachaqueo, microtráfico, robos y sicariatos, advirtió la periodista y analista venezolana Modaira Rubio, en un artículo publicado en el periódico Cuatro F, del PSUV, que circula desde este domingo.


Con el título "Economía de la Violencia contra Venezuela", la investigadora precisa que la base de la agresión contra el país comienza en la banca, como articuladora del sistema económico, y compara la situación que afronta la nación suramericana con la que vivió Siria desde 2010, antes del conflicto bélico abierto.

En ese proceso, calificado como de destrucción planificada de la economía siria, se usaron mecanismos como la imposición de sanciones económicas por parte de Occidente y de los países de la Liga Árabe, y cuando el pueblo logró superar esa etapa, se inició la actuación de grupos terroristas que dinamitaban y destruían las fábricas y los medios de transporte.

En tal sentido Rubio precisa que  el componente social de esos grupos delincuenciales, se ha convertido en una clase depredadora que está perjudicando y agrediendo al pueblo, y también que puede ser el pretexto para que la administración estadounidense profundice su intervención sobre el supuesto de violaciones a los derechos humanos y la alegada existencia de una crisis humanitaria.

Este es el texto del artículo:

Economía de la Violencia contra Venezuela
La guerra no comienza en los cuarteles, sino en la banca. Por este motivo, el andamiaje jurídico es sobre el que se afianza la Orden Ejecutiva de Obama, constituido por la Ley de Emergencia Internacional de Poderes Económicos y la Ley de Emergencia Nacional.

Un bloqueo financiero velado, bajo la excusa de la violación de derechos humanos y la ingobernabilidad, es el pretexto del imperialismo y la contrarrevolución interna para declararnos como “Estado fallido”. Si revisamos análisis realizados desde 2010, por expertos en política y finanzas, la situación actual en Venezuela, se parece mucho al escenario de la Siria prebélica. 

Cuatro años de guerra intestina, han defenestrado por completo el aparato productivo de esa nación y llevado a la mayoría de su población a niveles de vida solo comparables con países como Somalia.

Pero en 2010, la economía siria había superado la de muchos otros países de la región, registrando un crecimiento de al menos un 5%. Allí empezó el proceso de destrucción económica de ese país.

El redactor en jefe de la sección de economía del diario sirio Al Bass, Nassim Id, dijo recientemente a La Voz de Rusia, que los “combates” o “ataques” de los grupos mercenarios en Siria, demostraban que existía el propósito de “una destrucción planificada minuciosamente sobre la base económica de Siria”.



“Cuando Occidente y la Liga Árabe nos impusieron sanciones económicas, nosotros superamos perfectamente las consecuencias, ya que Siria tenía entonces poder interno para alimentarse a sí
misma. Pero, hoy se trata de las fábricas dinamitadas por los terroristas, de los nudos de transporte internacional destruidos, de las empresas saqueadas, etc. De tal modo, nos han cortado nuestro pro-
pio “oxígeno” económico, que respirábamos sin ayuda foránea”, resaltó Id.

A eso le sumamos la guerra mediática, emprendida por las transnacionales de la información, que llenaron de pánico a los inversionistas, grandes y medianos empresarios, y a todo aquel que quisiera emprender negocios o comerciar con Siria. Aparentemente, no había garantías para preservar bienes y ganancias.

Allí también actuaron, las mafias de divisas del mercado paralelo. El precio de la libra no dependía de lo que señalara el Ministerio de Finanzas, sino los especuladores. Se disparó una inflación de más del 178%, desde 2011, cifra que se parece peligrosamente a la que señala el Bank of America, para Ve-
nezuela, de un 172%.

En 2011, los bienes importados se conseguían escasamente en Siria a precios exorbitantes y los alimentos aumentaron en más de 80%, en comparación a la fecha de inicio de “las revueltas”, que
en realidad, tal y como lo demostró la historia, eran ataques de grupos paramilitares y mercenarios.
Todo un caldo de cultivo para lo que sucedió después.

La escisión del territorio; la aparición de grupos terroristas, como el Estado Islámico, entre otros de tendencia extremista, que empezaron a controlar primero populosos urbanismos, luego pequeñas ciudades, hasta tomar posesión de provincias completas. Esto sucedía a la par que se presionaba y creaban situaciones de conflicto que generaban aprietos económicos y financieros a un gobierno que estaba bloqueado económicamente.

Si bien, no es exactamente igual, y existen otras variables culturales, religiosas y políticas, el esquema de socavamiento de las bases del Estado-Nación, sin duda es el mismo.

OLP y Guerra Económica
En el desequilibrio inducido, apoyado en las debilidades estructurales de una economía que aún se sustenta en el capitalismo rentista de la Cuarta República, participan los grupos empresariales apátridas, los grandes productores, el capital transnacional, pero también las mafias delincuenciales, ligadas al paramilitarismo, que monopolizan las redes de bachaqueo, microtráfico, robos, sicariatos, en nuestras comunidades. El objetivo es la implantación de una Economía de la Violencia.

Por ello, la población ha visto como una acción positiva la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), en los urbanismos que habían sido tomados por el hampa común.

El gobierno debe evaluar metódica y científicamente esta estrategia. El componente social de esos grupos delincuenciales, se han convertido en una clase depredadora que está perjudicando y agredien-
do a las bases populares. Pero también, pueden convertirse en la excusa, tal y como lo expresa el Decreto de Obama, para profundizar las medidas y el alcance del mismo con el pretexto de la violación de los derechos humanos.

El uso de la fuerza contra esos flagelos, debe ser manejado estratégicamente. Sin duda, la transición al socialismo pasa por la derrota de la violencia del hampa generada por el mismo metabolismo
putrefacto del capitalismo.

Por ese sendero, han transitado las revoluciones socialistas que aún persisten en el mundo, China, Vietnam, Cuba.

Lucha de clases
En Venezuela, la lucha de clases se agudiza por las mismas consecuencias de la profundización de la crisis capitalista mundial, que afecta el precio de nuestro petróleo. Es un fenómeno internacional.

La confrontación entre los intereses de la burguesía y el pueblo se acelera. En el país no hay una
burguesía con vocación empresarial. Son compradores o intermediarios, pero no generan puestos de trabajo ni nuevos mercados. Todo apunta a que para salir de la Economía de la Violencia, será necesario tomar medidas clasistas. La crisis capitalista en el mundo, obligatoriamente lleva a aumentar la participación del rol del Estado en la economía y en todos los sectores.

Cuando lo hacemos aquí, con un Gobierno Bolivariano y Revolucionario, en el norte lo llaman “dictadura”. Por tal razón, debemos avanzar hacia la creación de la conciencia política.

Como ha dicho el presidente Maduro, “o son ellos (la burguesía), o somos nosotros”. Debemos asumir lo que sucede en la actualidad, como una Guerra Patria, como la Guerra de todo el Pueblo. Un
pueblo organizado, consciente, junto al Gobierno Bolivariano, a su presidente chavista, a una Fuerza Armada Nacional Bolivariana, será indestructible.

El trabajo es arduo. La OLP debe darse también en el plano político. Se debe emprender una gran cruzada comunicacional e ideológica, y transformar al pueblo en un enorme contingente liberador.
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