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Análisis / Por qué naufragó el socialismo de Europa del Este... y qué nos lega / Luis Delgado Arria
Análisis / Por qué naufragó el socialismo de Europa del Este... y qué nos lega / Luis Delgado Arria
1. Tal como es necio esperar peras de un olmo, tampoco se realiza una gran utopía histórica desde una sociedad que no apostó nunca resueltamente al parto de una nueva cultura productora de una nueva contra hegemonía devenida consciencia de clase en sí y para sí. Es verdad, hubo insignes iniciativas personales y colectivas en el campo soviético. Hubo trascendentales teorizaciones, y muy importantes vanguardias y activismos. Hubo líderes teóricos y políticos de primer orden, y hasta fanatismos e inmolaciones aisladas por la causa. Pero no se logró la comprensión sobre la necesidad de alcanzar un estadio de carácter profundamente ruptural respecto de una vieja historia de la infamia, soportada desde el fetichismo radical de la política, el Estado, el trabajo, el derecho y la cultura. Ello derivó en subestimación de las colosales fuerzas del Capital para resistir su puesta en cuestión por el embrión de socialismo bolchevique, para pronto recomponerse y volver a reinar. El deslumbramiento fetichizado respecto de las capacidades demiúrgicas del Estado interventor y suplantador de tareas que debió asumir el partido, la intelectualidad y en general, la sociedad terminó siendo tan mortal a la revolución bolchevique como el ulterior deslumbramiento hacia el mito del american way of life vehiculado por la máquina de irradiación de falsa conciencia hollywoodiense. Se falló en la tarea colectiva de formar cuadros, cultivar y aprovechar la crítica, debatir y aclimatar colectivamente las teorías en cada coyuntura. Y se subestimó cuando no se despreció y hasta persiguió la tarea de profundizar la praxis revolucionaria, principiando por la praxis teórica. La revolución del campo socialista fracasó, así, no tanto por superávit cuanto por déficit de socialismo. Naufragó por carencia, negación y hasta auto-saboteo endógeno de las mismas experiencias concretas de revolución, que las hubo... tan sugestivas y realizables como hermosas.
2. Confusión y solapamiento entre los papeles que debía jugar el partido y los que debía cumplir el Estado y la sociedad organizada en la re-figuración y manejo de las diversas ramas de poder: legislativo, ejecutivo y judicial. El desconcierto suscitado por “operadores politicos” que, por ejemplo se desempeñaban simultáneamente como especialistas electorales, con cargos en el ejecutivo y responsabilidades en el poder judicial o el legislativo generalmente terminó por diluir la especificidad de una responsabilidad en otra, hiper-concentrando poder e introduciendo entropía burocrática, tribalismo y sectarismo partidista, fetichismo del poder y corrupción.
3. La persistencia de un ideario capitalista-consumista-patriarcal-individualista-narcisista-estatista en la praxis cotidiana de gran parte de los activistas presumiblemente revolucionarios. Este fenómeno evidenció una importante insolvencia respecto de lo que se entendía por praxis revolucionaria de izquierdas versus transigentes prácticas de derecha entre cuadros dirigentes altos y medios. El ejemplo de un encendido aunque panfletario discurso revolucionario de izquierda y el despliegue de prácticas autócratas, pandilleras, hiper-consumistas, machistas, individualistas y socialdemócratas, manifiestamente de derecha, resultó en una colosal confusión y desconcierto de las mayorías que juzgaron que el socialismo era algo así como una vago experimento, acaso solo realizable en un futuro lejano, por lo que no debía nadie tomársela ni muy en serio ni seguirla muy a pie juntillas.
4. Divorcio estructural entre producción y consumo. Fenómeno que resultó en colosales déficits materiales de todo tipo. La carestía de productos y servicios básicos, principalmente alimenticios, de higiene personal y farmacéuticos, operó como enzima desencadenante del desespero y el ansia consumista, favoreciendo por lo demás salidas individualistas y tribales en importantes segmentos de población. La persistencia de esta dislocación durante décadas sirvió de púlpito desde el que la derecha capitalista impuso la tesis de la inviabilidad socio-económica e incluso político-cultural del modelo de vida socialista.
5. Insolvencia de formación ideológico-política, consciencia de clase y, por ende, de compromiso para advertir los costos y riesgos históricos de emprender una aventura revolucionaria titubeante, y que por ende, pudiera ser abortada. Las plagas deletéreas del pragmatismo, el dogmatismo, el tribalismo y el manualismo se apiñaron a conservadurismos, infantilismos políticos y pseudo-cultos partidistas y castrenses de todo tipo, articulando con cierto horizonte socialdemócrata burgués. Tal tornó refritos, pantomimas o remedos las valiosas tentativas embrionarias de revolución diseminadas en millares de soviets, abriendo paso a la postre a la dramática política de purgas, detenciones y remisión de inestimables cuadros políticos a trabajos forzados en tenebrosos campos de concentración (gulags).
6. Como era de esperarse, la insolvencia teórica, política y además ético-estetica arriba referida fue magistralmente aprovechada por los ideólogos de la derecha y los “pragmáticos de izquierda” quienes enseguida empuñaron las banderas del abatimiento ideológico socialista, desempolvando los discursos del “realismo social-demócrata” como única alternativa frente a una teoría y una militancia socialista que tildaron de “demodé”, y a contracorriente de la historia.
7. El fracaso del modelo soviético estalinista fue magistralmente vendido (y comprado por pseudo-líderes y partidos de origen izquierdista) como evidencia de que el socialismo, como doctrina económica y política, había fracasado completa e históricamente.
8. La supuesta emergencia de Estados Unidos como única alternativa socioeconómica y civilizatoria a seguir tras la caída de la Unión Soviética y del muro de Berlín fue intensamente mercadeada (y asumida por millones) como consecuencia natural de una ley económica. Y nunca como en efecto lo fue, como un ardid diplomático-mediático inmediato de cara a la restricción económica que confrontaba Estados Unidos para seguir sufragando el esquizofrénico ritmo de gasto armamentista durante la guerra fría, sin sumergirse en una espantosa crisis estructural.
9. La paulatina pero eficaz infiltración de valores y prácticas capitalistas-consumistas, populistas y venales con la corrupción en el corazón mismo de los diversos ensayos pretendidamente socialistas cumplió una inclemente tarea de corrosión de los liderazgos, los cuadros y hasta del discreto pero histórico apoyo internacional. Claro que en este desvío mucho tuvieron que ver los arribistas y los infiltrados de siempre quienes buscaron (y consiguieron) depravar los sentidos, desmoralizar las voluntades y mancillar los sacrificios de individuos, familias y colectivos épicamente resistidos por décadas.
10. No obstante el complejo acumulado de gruesos y costosos errores efectiva y trágicamente cometidos por el bloque socialista de Europa del Este, cabe justipreciar hoy los ingentes déficits de todo orden que debió asumir este impensado pero magno experimento social en beneficio del conjunto de la humanidad explotada y expoliada del planeta. Principiando por los gruesos déficits teóricos. Recordemos, cuando menos, que la obra de Marx se interrumpe por su muerte, precisamente en la coyuntura en que este se preparaba para emprender el estudio de las clases sociales. Tan solo este infortunio aparejaría consecuencias tan graves para el ulterior desarrollo de la teoría cuanto para la praxis revolucionaria del proletariado mundial.
11. No obstante, Marx nos recordaba en La sagrada familia que: “No se trata de lo que a secas se imagine tal o cual proletario, o incluso, el proletariado en su conjunto. Se trata de lo que es; y de lo que históricamente se verá obligado a hacer por ese ser”. El abatimiento de la apasionante experiencia histórica socialista en Europa del Este debe verse así en el gran marco de una tentativa dialéctica de creación heroica de una nueva y genuina historia humana. Y nunca como un mero ejemplo de un rumbo teóricamente inviable, y sin posibilidad alguna de camino al socialismo en la historia futura.
12. Como creía George Lukáks en Historia y consciencia de clase, (...) la esencia del marxismo científico consiste en el conocimiento de la independencia de las fuerzas realmente motoras de la historia respecto de la consciencia (psicológica) que los hombres tengan de ellas”. La historia no es así, en lo absoluto, un relato clausurado respecto de las posibilidades transformadoras de la aventura humana, sino muy lo contrario. La historia es precisamente la historia de las formas sociales y de su proceso incesante de trasformación en cuanto que formas de reunión y re-creación de los hombres en y de una sociedad dada. Principiado por las formas en que se expresan las relaciones económicas materiales, a la vez como determinantes de la actividad humana; pero también, como determinadas por la acción y las relaciones de antagonismo y solidaridad de los hombres en esa sociedad entendida como como totalidad concreta.
13. La “fallida” experiencia de construcción del socialismo en la Europa del este tiene para nosotros los venezolanos y nuestro-americanos socialistas de hoy múltiples y complejas enseñanzas. Pero, acaso la principal, es que la historia de la emancipación social está siendo escrita por todo el conjunto de los hombres, mujeres y los pueblos efectivamente actuantes, desde el abajo social, y nunca por un segmento específico de ella, por más presuntamente privilegiado que sea o se asuma al interno de dicha formación histórico-social. Más allá de Venezuela, América Latina se encuentra en una lucha de clase a muerte, anunque ambigua, compleja, atiborrada de avances y retrocesos, pero cada vez más demandada y consciente de la construcción de una sociedad genuinamente humana, y no de su concluyente disolución por el sistema capitalista. Y más allá de NuestrAmérica se encuentra un mundo Sur luchando y pugnando por realizarse humanamente, por primera vez en la historia. Ninguna sociedad construye el socialismo a su real gusto, sino en el marco de múltiples y profundas contradicciones y determinaciones históricas, como lo vio tempranamente Marx. Sin ánimo ninguno de convalidar o menospreciar las propias contradicciones en nuestro campo contra hegemónico, es clave contrarrestar el pesimismo de la inteligencia al optimismo de nuestra voluntad, como insistía Gramsci. No vaya a ser cosa que por andar lamentando nuestros errores y contradicciones, subestimemos o no percibamos también los errores y contradicciones estructuralmente irresolubles del bloque capitalista/ imperialista.
14. Parece algo obvio, pero en lo absoluto sencillo, la necesidad de rearme en Venezuela de un gran bloque histórico Chavista/ Bolivariano. Un bloque histórico articulador de las diferentes sensibilidades humanistas, de izquierdas, progresistas, eco-socialistas, nacionalistas, decolonizadoras, sexodiversas, así como de las diversidades culturales-espirituales que constituyen nuestro país. Un bloque patriota capaz de articular una agenda mínima de convivencia y respeto mutuo constituye un arduo pero, juzgo humilmente como imprescindible desafío. Reto que presume asumir las complejidades de las contradicciones y resentimientos para fundar una nueva vanguardia con disposición a alcanzar una madurez ideológico-política capaz de asumir los magnos desafíos de la mega crisis capitalista que cruzamos. Una nueva vanguardia radicalmente democrática, con disposición para alcanzar la altura político-espiritual necesaria al momento actual. Una altura político-espiritual de la que dio muestras Chávez en no pocas espinosas coyunturas. Lograrlo presumiría asumir una nueva perspectiva histórica del papel rearticulador del conjunto de fuerzas patriotas, empezando por el partido hegemónico, el PSUV, y por el Estado mismo. Naturalmente, es preciso asimismo apelar a la madurez a partidos, movimientos y personalidades hasta ahora hiper-críticos o del todo refractarios a las políticas asumidas por el gobierno en las últimas coyunturas. Inmanuel Walllerstein y Noam Chomsky han pronosticado próximos eventos de agitación que pudieran derivar en una posible crisis generalizada y hasta en guerra civil en EE.UU., encerrando posibles movimientos de secesión. Todo producto de condiciones estructurales de extrema y creciente degradación social y pauperación económica de la ciudadanía de ese país. Algo parecido a lo que vemos en Europa por una mega crisis producto de una burbuja financiera sin precedentes, que al parecer va a explotar en menos de un lustro. La perspectiva de posibles guerras entre países del oriente medio, por el acceso al agua y vías de comercio introduce asimismo nuevos contextos de inestabilidad que abonan en favor de la agudización terminal de la crisis del modelo capitalista-extrativista. En este contexto, el modelo Bolivariano de Venezuela se mueve entre zozobrar frente a una política imperial terrorista de sistemática desestabilización económica, social, política, militar y cultural programada, cuyo desenlace podemos preverlo en el espejo de casos catastróficos como los de Yugoeslavia, Serbia, Croacia, Irak, Afganistán o Libia; o resistir heroicamente como lo está haciendo de hecho, por ejemplo, Siria, un país de apenas 18 millones de habitantes y escasos 185.000 kilómetros cuadrados.
15. Si los incompatibles pseudo-partidos y pseudo-movimientos ¿políticos? de “oposición” en Venezuela, mercenarizados por EE.UU., logran sentarse a la mesa para zanjar acuerdos y articularse alrededor de una pragmática “Mesa de la Unidad”, con más razón los patriotas podemos y debemos construir la unidad a la que desesperadamente llamaron tanto Simón Bolívar como Hugo Chávez antes de marcharse del plano temporal. Lograrlo, en esencia, no es cuestión de pactos y conciliábulos oportunistas y electoreros. Al parecer, sólo a partir de un profundo, respetuoso y cordial debate nacional; y una genuina discusión democrática radical respecto de las alternativas reales a adoptar para encarar la actual coyuntura de mega-crisis geopolítica y económica puede construirse un bloque histórico efectivamente contra hegemónico con capacidad para revertir la andanada imperial. Este bloque patriota convocaría a todas las mejores voluntades y movimientos ideológicos y políticos patriotas de Venezuela y la región para repensar y rehacer juntos el país. El sujeto histórico no es, en modo alguno, como conjeturan algunos, el Gobierno Bolivariano o el PSUV. Es el Bravo Pueblo Bolivariano con base en sus mitos fundantes e imaginarios subyacentes.
16. Quien está solo parece débil, y lo es, reza un refrán popular. Decía asimismo Mao Tse Tung: “El pueblo, y sólo el pueblo, es la fuerza motriz que hace la historia mundial”. Y ante el atolladero de esta mega crisis que nos azota recordamos además aquello que apuntaba Bertolt Brecht: “Las revoluciones se producen frente a los callejones sin salida”.
17. El imperialismo euro-estadounidense busca anular la real fortaleza objetiva del chavismo, que ha sido sintonizar, convencer, enamorar y hegemonizar al grueso del pueblo humilde. Si perdemos esto, perderemos todo. Pues es literalmente imposible sostener una revolución como la Bolivariana en un marco de la pérdida de la contra hegemonía, desencadenante del sucesivo descalabro político-electoral. Razón tenían Marx, Engels y luego Gramsci al repensar la construcción de una nueva historia genuinamente humana a partir de la comprensión de que la economía, la política y la cultura no constituían compartimentos estancos sino categorías adrede separadas por un pensamiento esencialista, dualista y fetichista y nihilista occidental, desde luego funcional a la reproducción socio metabólica del capital. El campo cultural, (incluyendo los medios de comunicación e información y los centros de educación) en esta compleja coyuntura está llamado a mucho más que derivar en circo de distracciones frente a un coyuntura concreta de pan escaso. La cultura está llamada nada menos que a refigurar nuestra cultura política, a saber históricamente pragmática, oportunista, arribista, colonizadora del poder popular, maniquea, deshonesta, antiintelectualista, improvisada y electoralista. Sólo desde un campo cultural que inculque indeleblemente los valores épicos del trabajo productivo, el sacrificio por la patria, el bolivarianismo, el cristianismo de los primeros tiempos, la igualdad sustantiva, la dignidad, el respeto de las diferencias, el cuido de las presentes y futuras generaciones y de la naturaleza; y el derecho a autogobernarse y a asumir desde abajo el control de los medios y los modos de producción de la vida, sólo así sería posible tornar efectivamente irreversible nuestra revolución. Debemos investigar y debatir sobre los mitos, ritos, metáforas, imágenes, símbolos, y en general, los modos y medios de y para la construcción de un nueva consciencia y una nueva experiencia de vida socialista a la venezolana. Hacerlo supone asumir una tan compleja como creativa artesanía de saberes y hacerles llamada a entretejer dialécticamente los campos, hasta ahora incomunicados por la episteme colonial, de la cultura, la política y la economía. Todo para decir que la revolución será ruptural y genuinamente ideológico-político-cultural, o no será. De vida o muerte es acertar respecto de los modos y medios para sintonizar y lograr la contra-hegemonía en diversos sectores jóvenes literalmente secuestrados por valores hiperconsumistas y pasatistas subsidiarios de la era del vacío posmoderna.
18. Resulta estratégico insistir asimismo sobre que la condición rentista, mono-exportadora y multiimportadora de Venezuela no es un reciente invento del chavismo, cuanto una condición neocolonial impuesta a sangre y fuego por el sistema capitalista occidental a objeto de perpetuar nuestra dependencia y eternizar la supremacía occidental sobre nosotros. Posicionar que la conducta madura, paciente, cívica y revolucionaria de millones de venezolanos y venezolanas frente a una criminal guerra socio-económica y psicológico-mediática programada que se extiende ya a casi tres años, constituye un alto ejemplo épico, de algún modo sin paralelo en la historia de la región, es una responsabilidad del campo contra-hegemónico/ cultural. Volver a nuestros orígenes indo-afro-indo-caribeños; y reinventarlos como armas ético-estéticas para la resistencia contra enemigos externos e internos es una ardua y compleja tarea tan pendiente como insoslayable. Resonamos en este sentido un tan estéticamente hermoso como éticamente valioso fragmento del Ulises, del poeta y dramaturgo inglés Alfred Tennyson:
Y aunque no tengamos la fuerza con la que antes
movíamos cielo y tierra, somos esto que somos:
un idéntico coraje de corazones heroicos
que debilitó el tiempo y el destino.
Pese a todo (seguimos) fuertes en querer,
en luchar, en encontrar, en buscar y no rendirnos.
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