Esta nota, escrito por el periodista Ildegar Gil, fue publicada por LaTabla hace 7 años con motivo del 40° aniversario del terrible siniestro que acabó con la vida de los 68 ocupantes del avión militar que debía hacer tres o cuatro escalas para dificultosamente arribar a Barcelona para participar, en representación de Venezuela, en un concurso musical. El gobierno venezolano (el de la "Venezuela saudita" con CAP como presidente) se negó a "gastar" 300 mil bolívares que costaban los pasajes en la línea aérea estatal VIASA.
A 40 años de la tragedia que significó la desaparición del Orfeón Universitario de la Universidad Central de Venezuela, UCV, sigue abierto el capítulo que apunta hacia las responsabilidades que pudieron haber estado involucradas en aquella fatídica hora de pesar para todo el país.
Ildegar Gil
El 3 de septiembre de 1976, un avión Hércules C-130 de la entonces Fuerza Aérea Venezolana, FAV, se estrelló en Terceira, una de las islas del archipiélago Las Azores, la Portugal. El accidente significó el deceso de los 68 miembros del Orfeón ucevista y de la tripulación de la aeronave
Gobernaba en Venezuela, Carlos Andrés Pérez. El término “saudita” figuraba en el lenguaje cotidiano, a consecuencia de su asociación con la potencia petrolera del medio oriente y el momento estelar que en términos estadísticos vivía la nación, debido al torrente de dólares que ingresaban debido a los precios del crudo.
“Un ejemplo de ello es el abrupto aumento del presupuesto nacional calculado en 9.000 millones de bolívares, y que pasó, en meses, a ser reformulado a más de 40.000 millones de bolívares”, cita la Agencia Venezolana de Noticias, AVN.
Basado en ello, surgieron desde entonces, múltiples cuestionamientos hacia aquel viaje rodeado de improvisaciones. La más tajante: ¿por qué ese colectivo fue embarcado en un avión militar, exclusivo para el combate, y en consecuencia sin ningún tipo de confort para un viaje extracontinental?
El Orfeón, fundado en 1943, representaría a Venezuela en el XII Día de Canto Coral, a escenificarse en España. ¿Por qué la nación no invirtió los 300 mil bolívares que tarifaba la línea estatal Viasa para aquel itinerario, no obstante la existencia de recursos?
La alegría juvenil, la rebeldía constructiva de muchachas y muchachos cuyas edades rondaban los 20 años de edad y el empuje patriótico de representar al país en tan laureado evento, desafiaron la apatía oficial de enviarlos sentados sobre “butacas” de dura e incómoda madera armada para la ocasión.
Lo que en Viasa hubiese sido un vuelo directo a Barcelona, en el viejo C-130 se tradujo no solo en fatiga y cansancio físico sino también en molestia propia de las escalas que debió hacer la aeronave para reabastecerse de combustible dada la condición para la cual fue construido.
“Todos los días surcan los aires de casi todo el mundo aviones Hércules. Panzudos y lentos, llevan en el vientre tropas que transportan en misión siniestra: matar, destruir, atropellar, reprimir… Ninguno de ellos se ha caído. Claro, son los aviones más seguros del mundo. (…) Pero este tenía que estrellarse. Este, que conducía jóvenes, muchachos alegres y confiados, en misión de paz, de amor, de canto…”, escribió entonces el docente e intelectual de la UCV, Alexis Márquez Rodríguez.
Hace 10 años, la periodista Mariadela Linares (una hermana suya pereció en la desgracia), relató que “en la Venezuela Saudita de 1976, la entonces aerolínea bandera Viasa negó sus asientos a una muchedumbre cantora que no tenía con qué pagar. Otro tanto sucedió con ministerios y entes que denegaron su auxilio hasta que, a última hora, la Fuerza Aérea prestó un avión de carga, no preparado para recibir tan hermosos pasajeros. Improvisados tablones sirvieron de asiento a los orfeonistas para un viaje que se suponía sería de más de 20 horas. Unas cortinas plásticas rodeaban el excusado que les serviría de baño. Aún en esas condiciones, los jóvenes se embarcaron contentos y deseosos de llegar a su cita con la historia”.
La comunicadora indicó que aunque “la responsabilidad recayó sobre el piloto muerto”, tuvo conocimiento “de un informe que revelaba la impericia del militar estadounidense que se encontraba en la torre de control al momento del accidente”. Asevera que “nada de ello se hizo público” y que “nunca supimos la verdad de lo que ocurrió”
Estas fueron las víctimas:
Vinicio Adames (Director)
Divina Ruiz Álvarez
Rubén Darío Ramírez
Nelson Zambrano
Freddy Ramos
Isbelia Rivas
Estela Rodríguez
Flor Elisa Romero
Sofia Sanabria
Isabel Sánchez
Igor Gil
Rosa Isabel Gamboa
Luis Gallango
Orlando Figueroa
Jesús Ferrer
Mercedes Ferrer de Ramirez
Coromoto Linares Pinzón
Miguel Deendy
Gustavo Cedeño
Arturo Briceño
Pablo Veroes
Magaly Bello
David Barrios
Aura Avilán de Díaz
Oscar Alvarado
Juan Melgarejo
Lola Mastrobola
Víctor Malavé
Hillman Linares
Nydia Linares Briceño
Carmen de Layrisse
Jesús González
Miguel Jeremías
Elizabeth Jeremías
Sergio Humpierrez
Berta Guerra
Juan Ramírez
Ana Alecia Ramírez
Rosa Prada
Guillermo Prato
Valmore Peraza
Cecilia Paredes
Francisco Palacios
Elbano Moreno
Oswaldo Méndez
Aura Sepúlveda
Gladys Toro de Padilla
Luz María Tosta
Lila Velsquez
Wilfredo Velásquez
Alí Urcoa
José Unamo
José Antonio Velásquez
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