Hoy Caracas fue ineludiblemente caribeña y chavista. Con un sol como el de la costa barloventeña, pero sin tanto calor.
Y como si sol y chavismo se complementaran, surgió la fiesta con la excusa de las misiones sociales.
Eso que se inventó Chávez para “regalar” el petróleo en tareas tan improductivas como la educación de pobres y viejos o la atención médica de quienes no pagan seguros. Y en época más reciente la construcción de casas para gente tan “pobre pero honrada”, que nunca podría pagar hipotecas.
En una tarima, en la esquina de El Chorro, una muchacha morena “hacía la letra O” con movimientos sensuales (o indecentes) de su cuerpo, al ritmo del tambor.
Más adelante, cerca de la esquina de Sociedad, el Sexteto Siboney (del 23 de enero) cantaba piezas de la más arrabalera música cubana.
Mientras que en San Francisco, frente al “parlamento burgués” se vió la esencia de lo indecente. En la tarima, dos o tres voluntarios, en un karaoke exacerbado, interpretaban a La Dimensión Latina.
Ya Julio Borges, jefe de Primero Justicia, ha de saber que esa gente no es de su “Venezuela decente” y que no votará por Capriles.
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