Crónica de emergencia sobre el asesinato de un campesino de Portuguesa
A Argenis Ramírez lo mataron por primera vez el sábado 11 de agosto de
2012, cuando iniciaba la madrugada, en una zona rural de Guanarito, en el
estado Portuguesa, en los llanos occidentales de Venezuela.
Era un campesino de 25 años, que lideraba a un grupo de 30 familias, que
no tenían tierras ni trabajo regular y que venían exigiendo el
"rescate" de las tierras ociosas de un predio rural conocido como
"La Bragueta". El rescate es una figura establecida en la legislación
agraria venezolana, desarrollada en el marco de la Revolución Bolivariana, por
medio de la cual el Estado recupera tierras propiedad de la Nación que se
encuentran en posesión de terratenientes.
El colectivo de campesinos donde actuaba Ramírez tenía varios meses con
un campamento frente a la finca reclamada y estaban haciendo gestiones ante el
Instituto Nacional de Tierras (INTI) para que se recuperara el sitio y se les
entregara a los "sin-tierra".
Ni siquiera la querían toda. Se conformaban con 570 hectáreas, que era
lo que a su juicio estaba sin uso. Eso me lo explicó el mismo Argenis el pasado
16 de mayo en una visita que hizo a Caracas para insistirle al Inti en su sede
nacional que apuraran el proceso legal.
Con voz tímida y con acento de la gente del Alto Apure (ese que es una
combinación andino-colombo-venezolana) dijo que ellos sólo planeaban producir
en lo que estaba enmontado, nada más. El resto de las tierras, "lo que
ellos (los poseedores-latifundistas) han trabajado", no las pensaban
tocar. Incluso considerando que no es que la producción fuera mucha y que las
tierras ociosas no eran tan buenas como las trabajadas.
También me contó que el Inti en Portuguesa aún no había inspeccionado el
predio para determinar la situación de "tierras ociosas" y que le
habían dicho que el inspector debía ser trasladado por cuenta de los
campesinos.
Como ellos no tienen carro tuvieron que contratar un vehículo para la
movilización y pese a eso aún no había sido posible que se realizara la
inspección. Varios viajes contratados se perdieron porque cuando llegaban al
Inti les decían que no se había programado la visita.
No habló mucho esa vez. Sólo lo necesario, y además andaba con otros
compañeros que participaban en distintos campamentos de rescate, que también
intervenían en la conversa. "Era el flaco alto de bigotico que estaba
atrás", me explicó alguien que estaba en la reunión para que recordara
quien era.
Ese sábado 11 de agosto, durante el día volvieron a matar a Argenis.
Esta vez le asesinaron el nombre y durante muchos días nadie de la zona se
atrevió a decir quién era el muerto. Así cumplían con una de las
instrucciones de los sicarios, que nadie informara ni denunciara.
Ese día sólo se filtró que Argenis salió de la casa bajo engaño: un
amigo, alguien que conocía y en quien confiaba, lo llamó esa madrugada desde el
camino pidiéndole ayuda porque su moto se había quedado sin
gasolina.
En los días siguientes el tercer asesinato llegó por "correo":
la carta recibida por su familia contenía instrucciones para que algunos de los
allegados se dirigieran a una población de Apure, a un lugar en concreto, donde
se entrevistarían con los líderes del grupo de asesinos. El propósito era
asegurarse su silencio y quizá reafirmar la dominación más allá de
las distancias geográficas. Si no iban las muertes seguirían.
Fueron y aunque parece haber habido una confusión el representante de
algún otro grupo irregular se entrevistó con los allegados y desmintió su
relación con el crimen.
Argenis sabía que podía morir por su osadía de querer la tierra y por
movilizar a otros para obtenerla por los mecanismos previstos en la ley. Eso lo
comentó el mismo día en que lo conocí y entrevisté. Lo dijo a otra persona,
posiblemente con la misma voz de humildad que quedó registrada en mi grabador.
Lo cierto es que los mecanismos legales no se activaron. Los
funcionarios del caso tendrán que explicar su inacción, y puede que no lo
hagan. Disponen, con seguridad, de un arsenal de excusas para justificar el
desprecio por los más desposeídos.
En esta historia por pedacitos (los asesinos hicieron añicos los hechos)
supimos que los "sin-tierras" cansados de esperar por el Inti, con el
campamento en las afueras del predio, decidieron ingresar a La Bragueta. Apenas
unos metros y huyendo del agua que empantanaba el asentamiento
original. Ese simple movimiento de palos y pedazos de plástico condenó a muerte
a Argenis, y la sentencia se cumplió apenas en horas.
No se saben con certeza otros datos sobre la vida de Argenis. Nadie los
ha revelado y quizá sea riesgoso para otros (que siguen vivos) darlos
a conocer.
Pero sin duda su historia y su vida deben ser similares a las de
las 800 familias que no tienen tierras en el municipio Guanarito. Que tampoco
tienen trabajo fijo, y que probablemente forman parte de grupos familiares de
desplazados por la violencia o por condiciones económicas desde la frontera con
Colombia en Apure y en Táchira.
En este municipio, el más grande de Portuguesa, con 3 mil kilómetros
cuadrados y una densidad de 10 habitantes por kilómetro cuadrado, no ha habido
cambios en la estructura de propiedad de la tierra. Dicen que no se ha
ejecutado ningún rescate de tierras y que los informes sobre los
latifundios los reportan a casi todos como productivos. En la página web del
Inti no logré determinar cuántos instrumentos agrarios se han otorgado.
Hoy revisé y conseguí la grabación. Allí está la historia de Argenis, su
"tiempo histórico" en su voz y en la de sus compañeros.
¿Cuáles de ellos serán asesinados antes de que el Inti les entregue las
tierras?
Escucha a Argenis Ramírez tres meses antes de su asesinato
http://soundcloud.com/victor-hugo-majano/argenisramirez
Escucha a Argenis Ramírez tres meses antes de su asesinato
http://soundcloud.com/victor-hugo-majano/argenisramirez
2 comentarios :
Que fuerte amigo, cuántos Argenis estarán por allí arriesgando la vida por el derecho al trabajo, a la tierra.Lo más duro es que ese afán de labrar es para alimentar al pueblo! Cuándo alcanzaremos la gloria, cuándo reivindicaremos nuestras raìces con tanta indolencia?
Q mariquera...
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