VICTOR HUGO MAJANO
CIUDAD CCS
CIUDAD CCS
La influencia de organizaciones
globales de extrema derecha determinó la formación en Venezuela de
los frentes juveniles de los partidos de oposición durante los
últimos 9 años, lo cuales se caracterizan por la defensa de los
intereses del sector privado y por el empleo militante de la
violencia, además de un rotundo anticomunismo.
Tal conclusión es posible tras una
revisión del desempeño de las agrupaciones, vinculadas con el
llamado movimiento estudiantil, que se desarrollaron desde el año
2007, en el contexto de las protestas impulsadas por la no renovación
de la concesión del canal de televisión RCTV.
Tal curso estuvo marcado
decididamente por programas de adiestramiento político diseñados
desde el exterior, premios y reconocimientos públicos con estímulos
monetarios muy generosos y ejecución de acciones callejeras con
importantes dosis de violencia, no pocas veces descontrolada.
Un dato esencial es el hecho de que
ese bloque opositor juvenil y estudiantil surgió al margen de los
partidos políticos en universidades y otros centros de estudios y
estimulado desde los medios comerciales de difusión con el fin de
defender los intereses del conglomerado de empresas 1BC, propietaria
de RCTV.
Adolescentes y jóvenes que apenas
superaban los 20 años se lanzaron a las calles de comunidades de
“clase media” para exigir violentamente que se renovara la
licencia de operación del canal de televisión. La mayoría cursaba
estudios en centros privados, tanto universitarios como de
secundaria, y no estaban integrados en ningún partido político.
Su gesto expresaba un antichavismo
devenido en anticomunismo, y su acción podría asimilarse a la de
sus padres o familiares que participaron en 2002 y 2003 en la huelga
de la industria petrolera. Y como en aquel momento, no recogían
reivindicaciones propias de su sector sino generalidades muy útiles
para exhibir una base social dispuesta a inmolarse en lo laboral, lo
familiar y lo social, e incluso a cometer delitos y arriesgar su
integridad física con el fin declarado de derrocar al gobierno
bolivariano.
Tras las protestas de ese año, los
partidos políticos intentaron captarlos para construir sus
estructuras juveniles y estudiantiles. Así , por ejemplo, Yon
Goicochea se integró en el partido Primero Justicia, y Stalin
González y Ricardo Sánchez lo harían en Un Nuevo Tiempo.
Otros optarían por formar sus
propios movimientos como ocurrió con Javu (Juventud Activa Venezuela
Unida) aunque recibieron apoyo de factores políticos como Proyecto
Venezuela.
Incluso Acción Democrática (AD)
recibió una camada, especialmente en el interior del país, que sin
abandonar sus posturas anticomunistas, terminaron por darle un
contundente giro a la derecha al llamado partido del Pueblo.
Un punto de referencia en este
proceso de construcción de un frente juvenil de ultraderecha fue el
premio Milton Friedman, otorgado a quienes se destaquen por sus
aportes a la promoción del neoliberalismo y la defensa del
capitalismo.
El premio, con un aporte de 500 mil
dólares, fue destinado a la creación de la Fundación Futuro
Presente, que en 2009 inició un masivo plan de captación de jóvenes
y un programa de formación como agitadores políticos de derecha
denominado Lidera.
En 2010, con motivo de las
elecciones parlamentarias, el encanto con los partidos políticos se
terminó de romper y muchos de los jóvenes no lograron acceder a
posiciones que les permitieran convertirse en diputados.
A fines de año un “predicador”
del neoliberalismo, Gustavo Tovar Arroyo, organizó un programa de
formación que fue dictado por agentes del movimiento anticomunista
Otpor (provenientes de la desaparecida Yugoeslavia) en la capital
mexicana.
La actividad, conocida popularmente
como la “Fiesta Mexicana”, reunió a una veintena de jóvenes,
casi todos integrantes del partido Voluntad Popular o de movimientos
locales aliados, y permitió definir una hoja de ruta que les
permitiría a lo largo de los siguientes años alcanzar posiciones de
poder como alcaldías y representaciones ante parlamentos regionales
o concejos municipales.
Estuvieron,
entre otros, Daniel Ceballos, quien ya era alcalde de San Cristobal,
David Smolansky, alcalde de El Hatillo, Freddy Guevara, concejal
metropolitano y ahora diputado nacional, al igual que Manuela
Bolívar. También habría que mencionar a la dirigente estudiantil
Gaby Andreína Arellano, aunque se está certificada su participación
en México.
Sin duda, fue Voluntad Popular la
organización que más fue beneficiada por ese proceso de formación
política impulsado por la ultraderecha global.
Mientras que Primero Justicia, que
sí mantenía su propio programa de formación política, terminó
por formarle la militancia a la organización dirigida por Leopoldo
López.
En los extremos encontramos que AD
recibió en su seno activistas furibundamente anticomunistas y
dispuestos a la violencia extrema por pequeñas recompensas. Tal es
el caso de José Antonio Peralta, el joven estudiante de la
ULA-Trujillo que le arrebató un marcapaso a un septuagenario que
reclamó por una toma que hacía un grupo extremista frente a la
embajada de Cuba en febrero de 2013.
En ese lote debe mencionarse a Juan
Carlos Requesens, quien ganó la presidencia de la FCU-UCV de la mano
de AD, y que hoy actúa por cuenta de Primero Justicia, tras ser
electo diputado por Táchira.
Del otro lado, con una postura
realmente elitista, se encuentra Rodrigo Diamanti, quien fue premiado
y convertido en una especie de embajador por el Foro Económico
Mundial y quien actualmente forma parte, como economista, del equipo
de Ricardo Haussmann.
Lo más interesante es que pese a
estar en distintas agrupaciones partidistas y mantener disputas por
cargos o posiciones de poder, este grupo de la dirigencia estudiantil
ha logrado imponer en varias oportunidades líneas políticas
coherentes. Eso ocurrió durante la violencia callejera de 2014, y
está ocurriendo ahora con la agenda de violencia planteada para
imponer el revocatorio frente al CNE.
Quizás una fuerza suprapartidaria y
transnacional es la que está marcando la pauta.
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