El Sambil y la ruptura de los paradigmas urbanos


Una Revolución solo es tal en cuanto es capaz de romper con los paradigmas. Y hace solo horas el mismo Chavez rompió, hizo añicos, o sea, “escoñetó” el paradigma de que la ciudad formal es para los negocios, oficinas y comercio, y que a los pobres les corresponde vivir en el fondo de una quebrada, en la punta de un cerro o a 30 o 40 km de los cascos urbanos.

La ocupación del Sambil La Candelaria para albergar a los damnificados (es decir, a unos miserables que siempre han sido y seguirán siendo damnificados porque las propietarias y propietarios del suelo en Caracas decidieron que así debía ser para siempre) es el mas justo y noble acto de reivindicación de la ciudad (entendida como espacio para vivir, producir y disfrutar) que pudiera hacer cualquier gobierno. Y mas aun si se declara Revolucionario.

Ese espacio ha sido por 30 o mas años una las mas iconográficas muestras de lo que el modelo del Capital hace con las ciudades: darle un uso temporal e ineficiente, como es el de estacionamiento, mientras se crean las condiciones (urbanisticas, comerciales y de infraestructura) para obtener enormes ganancias como edificacion para comercio.

Para asegurar ese ciclo el modelo exige el desalojo de los habitantes de la ciudad, y especialmente en los sectores con mejores servicios existentes o potenciales. Los desalojados, los excluidos, los expulsados de la ciudad formal, terminan en los barrios y en las ciudades-dormitorio (que son unos barrios tan o mas miserables que los de cerros y quebradas), atrapados en una lógica urbana que solo asegura la multiplicación de la miseria.

Un estacionamiento, un centro comercial, un complejo de oficinas, o peor aun, un terreno o edificio sin uso en el casco urbano de cualquier ciudad, es simplemente un crimen, es un robo que se le hace a la sociedad en su conjunto.

¿Sobre que base moral un individuo se puede apropiar de las mejoras viales o de transporte subterráneo que han sido construidas por la sociedad para mejorar las condiciones de vida de los grupos humanos que viven, producen y disfrutan en esa ciudad? Eso justamente es lo han venido haciendo históricamente quienes se han convertido en propietarios del suelo en los alrededores de las lineas del Metro y de las principales avenidas y autopistas de la ciudad.

Cabría preguntarse si tiene algun sentido que el Estado siga usando los recursos de todos para contruir sistemas de transporte masivos que servirán básicamente para que el precio de la tierra en la ciudad se incremente desmesuradamente. Y para que ese aumento en el precio estimule desalojos, compras compulsivas y deterioro en la calidad de vida que obligue a la expulsión de los habitantes.

Es decir, solo sería posible detener la exclusion y la pobreza, que obliga a la gente a asentarse en cerros, quebradas y ciudades-dormitorio, deteniendo frontalmente los usos no residenciales en los cascos de las ciudades.

El solo inicio de la construcción del Sambil disparó los precios de los apartamentos en La Candelaria. Y los disparó porque ahora el uso propuesto implicitamente era comercial o de oficina. Por eso los desalojos, si se trataba de edificios en alquiler, por eso la apertura de oficinas y consultorios al lado de un apartamento residencial. En algun momento todos se verían obligados a irse, a escapar de un deterioro urbano que no admitía el uso de vivienda.

A irse y abandonar la ciudad como ha ocurrido en el centro de Caracas, en Sabana Grande, Chacaito o Chacao. Hoy la percepción es que la gente huye de la ciudad cuando comienza a caer la noche. Y eso ocurre en cualquier ciudad mediana o grande: la noche vuelve hostil y solitaria a la ciudad.

Y asi hemos terminado con una ciudad fragmentaria, dividida, como si la vida, el trabajo y el disfrute fueran pedacitos mas o menos grandes.

Y entonces nos percatamos de otro absurdo del modelo del Capital: la ciudad, ese artefacto tan complejo y costoso que inventó la humanidad, se ha hecho profundamente ineficiente en términos funcionales y financieros. ¿No es como idiota eso de tener una red de servicios, de alto costo y disponibilidad permanente, que solo se usa efectivamente 12 horas o menos al día? Denota tanta imbecilidad como que tengamos que construir trenes y Metrocable para trasladar trabajadores que pudieran vivir a pocos metros de sus centros de trabajo, pero que por esa absurda “lógica” urbana terminaron en la punta de un cerro o en una ciudad-dormitorio a 50 kilometros de distancia.

Por eso lo del Sambil, estrenando habitantes, es la más contudente reivindicación de la ciudad: un espacio para vivir, para producir (Chavez planteó la creación de espacios productivos y comerciales a cargos de los neo-habitantes) y para disfrutar.



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4 comentarios :

JRD dijo...

Estimado. Leí tu artículo dos veces ayer, y jna vez más hoy, después de escucharte en 95.5. Había algo que no me gustaba de tu propuesta, y que no podía resumir en un par de frases. Hasta que me diste dos de esas frases o más bien ideas. La primera fue en el programa. Dijiste algo como: "Para que el proceso de ruptura de paradigmas sea permanente, debería ser permanente también la presencia de las personas dentro del CComercial. Que se integren a ese espacio Y SE APLIQUEN A ALGUNA ACTIVIDAD PRODUCTIVA dentro de él".
Luego fue más fácil detectar el asunto mpolestoso en el artículo. La frase viene al final y es esta: "lo del Sambil estrenando habitantes es la más contundente reivindicación de la ciudad". Empiezo entonces por esta última idea: lo que se reivindica encontrándole utilidad al sambil no es la ciudad sino el capitalismo.
Reivindicar a Caracas y hacer esfuerzos por organizarla ("salvarla", para sonar más asquerosamente católico) no es sino un intento por mantener con vida vegetativa a un cuerpo en descomposición. El problema con Caracas no es que en el día reciba a los esclavos y que éstos se marchen en la noche a las ciudades-dormitorio, sino que fue creada, diseñada, concebida, para albergar por un lado a los dueños, por otro lado a los aspirantes a dueños (la clase media) y por otro lado a los esclavos. Esta sociedad le sirvió un rato al capitalismo, y por lo tanto no nos sirve a nosotros. Sus íconos (como los centros comerciales) no tienen que ser utilizados para otra cosa distinta, sino destruidos y abandonados urgentemente. ¿Es una utopía? No: lo que pasa es que no es un proceso lento, y no tenemos los cojones ni la humildad para aceptar que el desalojo de Caracas es un trabajo de muchos años y generaciones, y que no estaremos vivos para presenciar el momento grandioso en que Caracas volverá a tener 300 mil habitantes viviendo como seres humanos, y no 10 millones a merced del genio de unos planificadores sifrinos egresados de una universidad sifrina; capitalistas de clase media autoproclamados socialistas y revolucionarios.
Yo no me siento capaz ni autorizado para informarte cosas sobre la división social del trabajo, sobre las ciudades post industriales ni sobre la perversión inherente al actual modo de producción. Es decir, no voy a insultarte preguntándote si no te acuerdas de premisas más o menos marxianas o marxeras. Pero sí quiero invitarte a analizar las cosas despojándote de todo afecto por la ciudad de mierda que es Caracas desde siempre. Incluso la leyenda bucólica y burguesa aquella de "los techos rojos" se meó olímpicamente en el hecho de que bajo esos techos rojos vivían los ricos, porque los pobres no tenían techo ni rojo ni de ningún color, pues vivían pudriéndose en las márgenes de un Guaire que tampoco era limpio ni cristalino una verga, sino un emporio de malaria y paludismo.

JRD dijo...

Retomo y reivindico la idea primera que expones: para que haya una Revolución es preciso reventar algunos paradigmas. Pues bien; uno de esos paradigmas burgueses y miedosos indica que podemos tener una "Caracas más humana", como si fuera posible humanizar a los monstruos que nos dejó el capitalismo (y que deben morir con él).
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Ah. Por allá arriba destaqué a propósito la idea: que los hoy damnificados "SE APLIQUEN A ALGUNA ACTIVIDAD PRODUCTIVA". Suena bien, pero la mala noticia es que dentro de una sociedad capitalista todo lo que se produzca sirve para alimentar a esta ciudad y este concepto. Sigo creyendo que largarse y animar a nuestra gente que se marche para vivir una vida digna va más con la idea de ruptura de paradigmas, que el simple reacomodo dentro de una ciudad que se jodió hace tiempo.

La Tabla dijo...

En realidad el debate planteado no es si reivindicamos la ciudad o el capitalismo. En verdad se trata de como desarrollamos el proceso de ruptura con el modelo del Capital y la construcción del Socialismo (o de alguna vaina que se oponga radicalmente al capitalismo.
Es muy cómodo sentarse a esperar que el Socialismo llegue como la segunda venida de Cristo, y no hacer nada porque cualquier cosa que se haga ayudaria a prolongar el modelo del Capital.
La confrontacion con el capitalismo pasa por arrebatarle espacios concreto de poder y uno de esos espacios (asi como lo es el Estado, burocratico y burgues, y por lo tanto condenado a su destrucción) es el suelo urbano.
Tampoco deseo preguntarte "si no te acuerdas de premisas más o menos marxianas o marxeras", pero inevitablemente sabes que el desmontaje del capitalismo pasa por arrebartarle a la burguesía la propiedad sobre los medios de producción.
Y eso no significa que vamos a seguir produciendo con el modelo y los medios hechos a la medida del Capital. Pero si esos medios productivos siguen en sus manos inexorablemente mantendran la hegemonía y continuaran reproduciendo las mismas relaciones de producción (igual pueda pasar, y efectivamente pasa, que el Estado, poseyendo esos medios, reproduzca esas mismas relaciones)
Curiosamente tu propuesta es "largarse", me imagino que a algún bucolico campo a donde no haya llegado el pecado, digo el capitalismo. La vaina suena como "La pequeña casa de la pradera", donde, como la famnilia Ingalls, viviremos alejados de la ciudad pecaminosa y corruptora. El problema es que, asi como los Ingalls, aun tendremos que salir de nuestra cabaña de troncos para interactuar con la ciudad. La ciudad, el pecado, nos persigue donde quiera que estemos. La autarquia no existe.
El hecho cierto es que los damnificados en el Sambil, con sus trapos y colchones secandose al sol en la barandas de tan bonita e iconica edificación, son una hermosa y sabrosa bofetada o coñazo al capitalismo.
Se le está diciendo al Capital, a los burgueses y pequeñoburgueses, que sí puede ser derrotado y que si lo podemos hacer ahora...

La Tabla dijo...

Por otro lado las relaciones de producción en el campo (cerca de los Ingalls) son tan capitalistas como en la ciudad.
Y el trabajo de los campesinos (que no son tales, sino asalariados del campo) es tan enajenante como el una fabrica o un centro comercial de la ciudad.
Y las paradigmas conceptuales (eso que llaman ideología) actua con mayor fuerza para enmascarar la explotación. Tanto es asi, que sin aparatos coercitivos del Estado, la propiedad (que la mayoria de las veces es posesión por parte del mas avispado) es palabra divina. La tierras de "un doctor" o "un coronel" pueden estar abandonadas por decadas y nadie se atreverá a ocuparlas. No faltarán incluso defensores "espontaneos" si alguien se atreve a usarlas.
Y los modelos de produccion son tan aberrantes que los pocos campesinos deben hacerse "socios" de los financistas, que son una especie de terratenientes sin tierras. Y deben usar metodos de producción, con fertilizantes y agroquimicos incluidos, que no hacen sino convertir el campesino es un obrero de las trasnacionales de insumos agricolas.
Y si hablamos de comercialización pues resulta que ahora las grandes cadenas de supermercados "compran" por adelantado la producción...y otra vez el bucolico campo retorna al centro comercial...