Historia de una sentencia anunciada Por Nancy Carolina Graterol

Para los que no conocen las complejidades del caso de extradición de Julian Assange a los Estados Unidos, la audiencia administrativa del viernes en la Corte de Magistrados de Westminster en Marylebone, en el centro de Londres, hubiera pasado como un modelo ejemplar: una juez extremadamente cortés, con una actuación mesurada y siempre tratando de encontrar una solución práctica a las tantas situaciones que se presentaron en la audiencia, un trato respetuoso por parte de los abogados acusadores y defensores en el caso y el uso de la última tecnología, que permitió a los abogados acusadores comunicarse por vía telefónica, ya que  por una confusión de horarios no se encontraban presentes en el tribunal. Pero hasta allí llega esta imagen de perfección de la justicia británica.


Kevin Gosztola, editor de shadowrpoff.com, dijo después de esta audiencia que “habiendo cubierto el consejo de guerra de Chelsea Manning en un tribunal militar de los EE.UU., permítanme decir esto claramente: a Julian Assange ni siquiera se le otorgan los mismos derechos mínimos y los mismos estándares de acceso a la prensa que tenía Chelsea. Es mucho, mucho peor.”

Kevin fue uno de los periodistas que trató de conectarse con la corte por via de una conferencia online, pero tuvo que desistir cuando lo conectaron a otro caso que no tenía nada que ver con el de Assange.

 En la audiencia de lo que ya se conoce como una “Corte de Canguro” las grietas de la injusticias contra Assange comenzaron a aflorar. Para los que no los saben, 'una corte canguro’ no es más que una corte donde los acusados en dichos tribunales a menudo se les niega el acceso a la representación legal y, en algunos casos, una defensa adecuada y el derecho de apelación.

Ayer con la excusa de las medidas sanitarias tomadas por Covid-19 sólo pudimos entrar cinco periodistas y cinco miembros del público a una sala que es una de las más pequeñas en esta sede de los tribunales ingleses.

La imposibilidad de conexión por internet a través de la plataforma de los tribunales para los periodistas que trataron de hacerlo, garantizó el velado bloqueo informativo que este caso ha sufrido en los medios británicos y en el mundo.  

Julian Assange confrontará una pena máxima de 175 años en una corte estadounidense si los 18 cargos (entre ellos el de espionaje) por los que Estados Unidos lo acusa son comprobados. Desde marzo Assange no se ha podido reunir personalmente con sus abogados, y desde que el caso comenzó el año pasado, han sido contadas con los dedos de una mano las veces que se ha podido reunir con su equipo defensor. 

La renovación de la acusación para extradción que hizo los Estados Unidos a última hora -y a la que le han agregado 33 nuevas páginas-, ni siquiera ha sido leída por Assange y sus abogados no han tenido tiempo suficiente para elaborar una respuesta escrita a la juez que maneja el caso.

Los abogados acusadores insisten en que las nuevas páginas incluye nueva información de la investigación contra Assange que los Estados Unidos mantiene vigente, los abogados defensores dicen que la información incluída se refiere al año 2010 y subsiguientes y de conocimiento público, por lo que no representa nueva información como tal y por ello no debería incluirse.

 Florence Iveson, representante de Assange, dijo que la inclusión de estas 33 páginas es un asombroso quiebre del debido proceso y potencialmente un abuso de conducta por parte de los abogados acusadores. La juez Vanessa Baraitser declaró que no tiene potestad para decidir si incluir o excluir esta información. Muy conveniente esta limitación de la jueza de distrito.

Pero lo más inusual y preocupante es que aunque Julian Assange técnicamente se encuentra prisionero en la cárcel de Belmarsh, en el sureste de Londres, no tiene orden de arresto. En teoría en estos momentos está prisionero de forma ilegal. Esta situación posiblemente se resuelva el 7 de septiembre, fecha cuando comenzaría el caso de extradición propiamente dicho, con el llamado, lo más seguro por via internet, de testigos de una y otra parte. En esta fecha sería arrestado de nuevo formalmente. 

Toda esta situación irregular se originó porque los Estados Unidos introdujo su renovación de la acusación contra Assange muy tarde, el 12 de agosto. De hecho, ya los abogados defensores mencionaron que aunque su intención es que el caso de extradición comience lo más pronto posible, en las condiciones en que está ahora no pareciera que pudiera comenzar el 7 de septiembre como se tiene previsto.

Pareciera que los Estados Unidos busca retrasar este caso de extradición para después de las elecciones presidenciales de noviembre en ese país, lo que demostraría que el caso contra Assange es político.
 
 

Una misteriosa juez y otra no tanto

En una audiencia anterior del  pasado 7 de abril en la misma Corte de Magistrados de Westminster en Marylebone, que se celebró en condiciones de encierro, la jueza de distrito Vanessa Baraitser dijo  que los procedimientos de extradición continuarían contra Julian Assange, a pesar de que sus abogados argumentaron que el bloqueo del coronavirus significa que no podían preparar su defensa.

 En esa oportunidad los abogados de ambas partes presentaron argumentos por teléfono y Assange no pudo asistir a la audiencia a través del enlace de video debido a las restricciones de Covid-19 de la prisión de Belmarsh, que es donde se encuentra detenido desde hace más de un año.

Una búsqueda en internet de la jueza Vanessa Baraitser nos dice poco sobre ella, excepto los casos legales de alto perfil en los que está o ha estado involucrada. Uno de ellos se relaciona con un individuo llamado el empresario francés Alexandre Djouhri  que supuestamente  canalizó dinero del exlíder libio Muammar al-Gaddafi para financiar la campaña presidencial de 2007 de Nicolas Sarkozy. 

Sarkozy, quien después de la exitosa campaña se desempeñó como presidente de 2007 a 2012, ha negado haber recibido financiación ilícita para la campaña.

Djouhri fue arrestado en el aeropuerto de Heathrow de Londres en enero de 2018 con una orden de arresto europea (EAW) emitida por Francia después de llegar en un vuelo desde Suiza, donde tiene residencia.

En febrero de 2019, Baraitser ordenó su extradición por las acusaciones de corrupción, incluido el blanqueo de dinero, la corrupción activa de un funcionario público extranjero y la conspiración para malversar fondos públicos. 

En el fallo celebrado en el Tribunal de Magistrados de Westminster en Londres, escribió: "Estoy convencida de que no hay pruebas suficientes de que las autoridades francesas hayan manipulado o utilizado procedimientos para oprimir o perjudicar injustamente al Sr. Djouhri ... Por lo tanto, ordeno la extradición a Francia de Alexandre Djouhri “.

Pero la jueza de distrito Vanessa Baraitser, sólo se encarga del aspecto administrativo del caso de Assange. La jueza principal que supervisa los procedimientos de extradición del editor de WikiLeaks,  es Lady Emma Arbuthnot.

 Arbuthnot recibió beneficios financieros de dos organizaciones asociadas del Ministerio de Relaciones Exteriores británico antes de su nombramiento, información revelada por Matt Kennard y Mark Curtis de Declassified UK.

Los periodistas también confirmaron que  Lady Emma Arbuthnot fue nombrada Magistrada en Jefe en Westminster por consejo de un ministro del gobierno conservador con quien había asistido a una reunión secreta organizada por una de estas organizaciones asociadas al Ministerio de Relaciones Exteriores dos años antes.

Liz Truss, entonces secretaria de Justicia, "aconsejó" a la reina que nombrara a Lady Arbuthnot en octubre de 2016. Dos años antes, Truss, que ahora es secretaria de Comercio, y Lady Arbuthnot asistieron a una reunión extraoficial de dos días en Bilbao, España.

Una organización llamada Tertulias pagó los gastos de la visita, presidida por el esposo de Lady Arbuthnot, Lord Arbuthnot de Edrom, un exministro de defensa conservador con importantes vínculos con el ejército británico y la comunidad de inteligencia expuestos por WikiLeaks. Tertulias, un foro anual que se lleva a cabo para líderes políticos y corporativos en el Reino Unido y España, es considerado por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido como una de sus “asociaciones”. El evento de 2014 en Bilbao contó con la presencia de David Lidington, el Ministro de Europa, mientras que el Ministerio de Relaciones Exteriores financió en el pasado la asistencia de Lord Arbuthnot al foro, como revelaron Kennard y Curtis.


Según Declassified UK, Lady Arbuthnot también se benefició económicamente de otro viaje con su esposo en 2014, esta vez a Estambul para el Tatlidil británico-turco, un foro establecido por los gobiernos del Reino Unido y Turquía para personas de “alto nivel” involucradas en la política y los negocios.

Tanto Tertulias como Tatlidil son reuniones secretas sobre las que se sabe poco y no están obviamente conectadas, pero Declassified ha descubierto que la dirección en el Reino Unido de las dos organizaciones ha sido la misma.

Lady Arbuthnot presidió personalmente el caso de Assange como juez desde finales de 2017 hasta mediados de 2019, emitiendo dos fallos controvertidos. Aunque ya no está escuchando personalmente los procedimientos de extradición de Assange, sigue siendo responsable de apoyar y orientar a los jueces menores en su jurisdicción (como la juez de distrito Vanessa Baraitser) y muchos la consideran la verdadera juez del caso. 

Lady Arbuthnot se ha negado a declarar ningún conflicto de intereses en el caso, a pesar de que recibió obsequios y hospitalidad en relación con su esposo de una empresa militar y de ciberseguridad expuesta por WikiLeaks. De paso, según Declassified UK, el hijo de los Arbuthnots está vinculado a una empresa contra la filtración de datos creada por el sistema de inteligencia del Reino Unido y cuyo personal está formado por funcionarios reclutados de las agencias de inteligencia estadounidenses detrás del procesamiento del fundador de WikiLeaks en ese país, como lo afirma Declassified.

 ¿Tortura en el Reino Unido?

El relator especial de la ONU sobre tortura y tratos inhumanos, Nils Melzer, hizo un informe sobre el caso de Assange en febrero de este año en conformidad con una resolución acordada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

En su informe, Melzer, que ocupa la cátedra suiza de Derechos Humanos en la Academia de Ginebra, sostiene que Assange es víctima de tortura psicológica. Melzer destaca la difícil situación de Assange en su informe.

Melzer dijo que la redacción del informe, donde se incluye la definición de tortura psicológica, era necesaria debido a la ausencia de una definición clara de este tipo de tortura. Quería proporcionar a los tribunales "una base de definición para identificar la tortura psicológica”, como se señala en un artículo de Al-Jazeera.

En opinión de Melzer, el caso Assange muestra que la percepción de que "democracias maduras" como el Reino Unido y Estados Unidos no practican la tortura psicológica es falsa.

Melzer también afirmó que aunque la tortura psicológica se considera menos grave que la tortura física, no existe una jerarquía entre las dos.

En el caso de Assange pareciera que lo único que se ha respetado es el tratado de extradición entre los Estados Unidos y el Reino Unido. Todo lo demás ha quedado derogado, como el derecho a una defensa justa, el respeto al debido proceso en las cortes inglesas y la prohibición de tortura de cualquier tipo a un prisionero. Y cada día que pasa queda más claro que Julian Assange es un prisionero político y que su caso tendrá repercusiones importantes para los periodistas del mundo.

Y es que, como lo dice Amnesty International en su portal: “La implacable persecución del gobierno estadounidense contra Julian Assange por la publicación de documentos a los que tuvo acceso sobre posibles crímenes de guerra, entre otros, cometidos por el ejército de Estados Unidos no es sino un ataque en toda regla al derecho a la libertad de expresión.”
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