Opinión / Por Víctor Hugo Majano
Una parte de la clase media minimizada que hace vida en torno al colegio Emil Friedman reacciona con indignación e iracundia ante la investigación que involucra directamente a dos de sus docentes con una serie de casos de abuso sexual contra niños de primer grado.
En realidad no les interesa defender los derechos al debido proceso y a la integridad personal y moral de Richard Marín, el entrenador con 22 años en el colegio que enseña a los niños a nadar para que ganen trofeos y así mejoren el ranking del nada exclusivo (sólo excluye si no hay suficiente dinero de por medio) centro educativo.
Cada trofeo y medalla, cada foto y cada centímetro en prensa o segundos en los noticieros de televisión aumentan el "prestigio" del Friedman y en consecuencia el monto de la matrícula escolar a cobrar.
Mientras que a contravía cada tuit y carácter que sobre el tema recorre las redes sociales y la web 2 o 3.0 golpea con rudeza la cotización. No parece factible que en este mes de julio repique la central del colegio de Los Campitos para solicitar información para nuevos ingresos ni que los registros de solicitudes de preinscripción vía web colapsen el servidor que los almacena,
A los dueños de esa "caja registradora" no les preocupa un carajo la honorabilidad de su profesor y mucho menos averiguar si efectivamente abusaba de los niños a su cargo. Lo que les revienta la tranquilidad es saber que cada día que falta para la audiencia preliminar del proceso penal que se le sigue a Marín se traduce en pesadilla contrapublicitaria en plena temporada de ventas, que digo, inscripciones escolares.
Además pueden estar seguros que no serán 45 días, como establece la norma del proceso penal, ni 60. En el mejor de los casos serán 90 días, pues deben recordar que el 12 de agosto comienzan las vacaciones judiciales que se extenderían hasta el 18 de septiembre. Será entonces los primeros días de octubre cuando el entrenador podrá volver al tribunal para saber si el juez acoge la probable acusación fiscal o su defensa (formada por 6 o 7 abogados con atuendo de serie de televisión gringa) pagada por los nada desconocidos accionistas del colegio.
Tener en la palestra tal maquinaria de publicidad adversa es para volverse loco. El término "Emil Friedman" ha alcanzado un respetable posicionamiento pero asociado a otros como "abuso sexual" o "pedofilia". Podría ser tan pesadillesco como la posibilidad de encontrar y certificar una cola de ratón o dos patas de cucaracha en una botella sellada de PepsiCola, o un pedazo de carne humana en una hamburguesa de McDonald´s.
La educación y cuidado de niños es incompatible con la agresión y más aún si tiene características sexuales. Ahí no ha tolerancias ni diversidades que valgan. Es tabú.
Por eso es terriblemente comprensible la cadena de errores en las que han venido incurriendo los herederos de la profesora Elvia Arguello (esposa del maestro Friedman, fundador del colegio con el noble propósito de impulsar la cultura musical), para defender el "prestigio" (léase, capital) de la institución.
El colegio es la base de una fortuna de varios millones de dólares, bien resguardada en centros del comercio mundial, como Panamá, pese a los desafortunados papeles filtrados hace dos meses en la nación del istmo.
Valdría la pena saber como estarán las relaciones entre los hermanos Arguello Cabrera. Mientras Samuel se fajaba con la creación y desarrollo de las empresas del grupo en Panamá, Pablo parece haber descuidado sus funciones como director en la comodidad que significaba permanecer el Caracas. ¿Cómo le pasó eso a Pablo de no percatarse desde la oficina de la dirección del comportamiento presuntamente pedófilo de Richard?
Pero lo peor no es eso. Al menos eso podría quedar en la familia. Pero, ¿cómo explicarle el desliz supervisorio a los socios que deben haber llegado oportunamente a socorrer financieramente la escuela de la tía?
Qué pena con Octavio que es el que pone la cara para defender del "comunismo" a la educación privada y de calidad. Tanto que ha arriesgado con sus declaraciones y sus actuaciones públicas, gremiales y políticamente pertinentes para preservar el sacrosanto derecho de administrar y facturar a su antojo la educación de los hijos de los pendejos que los ponen a su cargo.
Al segundo de los hermanos De Lamo le tocó enfrentar los ataques de Chávez y su proyecto contra los empresarios de la educación agrupados en la Cavep. Pudo contener propuestas como el decreto 1.011, la resolución 058, una nueva ley de educación y la imposición del currículo bolivariano y la Colección Bicentenario como libros de texto obligatorios. ¡Con mis hijos no te metas! Y resulta que la metida la hizo nada menos que un profesor del colegio bandera de la Cámara, el Emil Friedman, el centro educativo del jefe indiscutido del gremio empresarial.
Pero eso no es lo peor. ¿Cómo explicarle la incompetencia al doctor Mosquera? Es una situación que puede poner a tambalear la relación societaria, sobre todo teniendo el cuenta el prestigio del exvicerrector de la UCV y fundador y alma de la Universidad del Caribe en Panamá. Realmente es vergonzoso que un señor tan ocupado y competente tenga que andar dando explicaciones de lo que pudo haber pasado en un colegio de educación básica en el que aceptó invertir su capital y especialmente su prestigio.
Hay gente que podría pensar que si no es capaz de asegurar el correcto funcionamiento de una escuela primaria y secundaria, como podrá manejar el conjunto de centros de educación superior que ha desarrollado en Venezuela y el otros países de la región.
¿Y que tal si lo llaman para averiguar sus socios capitalistas y dueños de los reales? Por ejemplo Tobías, que podría querer saber cuanto está costando la defensa política, social e institucional del Emil Friedman. Y aunque no tenga sus inversiones ahí, sabe que lo que afecte a su socio lo puede afectar a él y al grupo Carrero Nácar.
Y Luis Carlos, que aunque ya resolvió su situación de fugitivo con la cortesía de S.M., el Rey Don Felipe, de concederle la nacionalidad española tramitada tan diligente y oportunamente por Mariano. Además debe estar más enterado del caso que nadie y seguro ya ha estado colaborando para que El Nacional no sólo guarde silencio, sino que intente posicionar algunas medidas de "control de daños". Tan solidario Luis Carlos..., pero igual va a preguntar y el profe Genaro tendrá que explicar y preguntar y volver a explicar.
Y de paso, seguro que alguien ya llamó a los otros socios que conocen el tema judicial. O si no los doctores Arriechi y Rondón ya habrán comenzado a mover sus fichas para ayudar, aunque no se lo hayan pedido directamente. Al fin y al cabo por algo fueron magistrados del TSJ y ese es su trabajo, defender los intereses de los aliados por más lejanos e incompetentes que sean.
Pero entre toda la pesadilla ha habido situaciones muy bonitas como los padres y representantes defendiendo la reputación del colegio. Igual los exalumnos. Todos unidos en defensa del prestigio y el valor de la educación privada. Pero claro, no les queda otra opción. Lo que está en juego es su propia inversión en educación. Imaginen como van a hacer para esconder que son egresados del Friedman. ¡Qué raya!
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