Esta nota debería ser solo un vínculo. Y así además no me complico la mañana escribiendo. La tenía en mente desde el día siguiente pero no había conseguido la foto y el video.
Fue la tarde del 7 de diciembre, en el acto de entrega de certificados de depósitos a los clientes de algunos de los bancos intervenidos. El lugar fue la sede del Banco de Venezuela en la Avenida Universidad. Incluso el Comandante Presidente saludo a las multitudes (como si una multitud no fuera un poco de gente y les da ahora por ponerles el plural) que se encontraban en las cercanías.
Lo esencial del acto, de ese acto en concreto, no fue la entrega de los certificados a los ahorristas, sino la formalización protocolar de una nueva alianza con la banca tradicional del país. O más bien la renovación de las alianzas entre un sector del capital financiero y el Estado.
El Comandante Presidente y Jefe del Estado posiblemente perdió una de las más valiosas oportunidades esa tarde-noche del 7 de diciembre. Yo no sé si habría sido posible una nacionalización convencional de la banca. De hecho creo que no, y en verdad desconozco los detalles del tema. Pero al menos habría sido posible un reacomodo en las relaciones entre la sociedad, la banca y el Estado, como parte de eso que se podría llamar “transición al socialismo”.
En lugar de eso se impuso el modelo más clásico y liberal: un Estado, el Estado del Capital, respaldando a su banca tradicional. Con regulaciones y controles, claro, pero orientadas a garantizar una “banca fuerte” y solida.
Por eso el espaldarazo, el protocolo, la deferencia del Comandante Presidente con los jefes de los bancos. Y a su vez la cordialidad, las sonrisas forzadas pero indispensables y los asentimientos con la cabeza de los banqueros.
Es decir el Capital no puede desarrollarse y enfrentar exitosamente las crisis, sean coyunturales o estructurales, sin un Estado que este a su servicio. Y al mismo tiempo, y en contravía, el Estado necesita del compromiso del Capital para asegurar la gobernabilidad en una sociedad donde el control o dominio de la economía está en manos del capital financiero.
El modelo de las alianzas Estado-Capital ha pasado de los “empresarios socialistas” a los “banqueros buenos”. Pero siempre garantizando que el Estado se mantenga al servicio del Capital. Mientras que el Estado (como estructura y aparato de gobierno y consenso social) siempre apuesta al respaldo del Capital (personalizado en quien sea, eso es lo de menos) para asegurar la gobernabilidad.
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