Esta lección en “Real Politik” que le acaban de dar a Porky y al Uribato en pleno no se les va a olvidar nunca. Y la inexperiencia de este pobre muchacho que hoy habita el Palacio de Nariño es una lección para toda Colombia acerca de la edad, el “perrenque” y la experiencia que debe tener un gobernante para ocupar la Presidencia. Por muy tercermundista que sea Colombia, ser presidente de ese país no es un cargo para caer en paracaídas con 40 años, se necesita peso en los huevos y malicia para entender cómo es que se juega este juego a nivel internacional.
Una vez más, Maduro se COMIÓ a este gordito marica de un solo bocado, y después lo bajó con una coca-cola como quién baja el último mordisco de un barranquillerisimo perro caliente de esquina. En realidad, el mundo por fuera de Colombia lo “acribilló” por estúpido, audaz e inexperto.
El chofer de bus de al lado, una vez más, le dio sopa y seco a Colombia, y no es la primera vez. Ya en el 2015 me tocó escribir una columna en un blog en el que participé titulada “Esta barato, dame 20,000” en donde expuse como Maduro le ganó en el juego diplomático a Santos durante el cierre de la frontera, la expulsión de los residentes colombianos en Venezuela y la crisis Siria que por entonces relampagueaba con más fulgor que hoy. Y eso se lo hizo a Santos, un operador internacional más experto y re-jugado que Porky, el aprendiz de presidente de un montañero antioqueño sin mundo.
Este desastre diplomático es casi tan grave como la pérdida del mar de San Andres de hace 7 años, y una prueba más de que Colombia posee “cortesanos” para manejar su diplomacia, pero no verdaderos y curtidos diplomáticos que sepan jugar el juego de la diplomacia multidimensional, y eso se debe en parte a la falta de historia como materia y área de estudio en las escuelas y universidades del país, en especial la historia mundial. Es una constante: cada vez que Colombia sale al exterior a pelear algo, pierde. Somos un fracaso como operadores internacionales de nuestros intereses y, frecuentemente, caemos en el juego de otros operadores más expertos, que fue lo que le pasó a Colombia en el “Affaire Guaidó”.
Ahora, cuando el humo de la batalla se ha esparcido, es fácil ver lo que nos pasó. Bueno, es fácil verlo para mi, que le he dedicado la vida al estudio de la historia europea de los siglos XIX y XX. Para decirlo en términos históricos, nos “itsvolskiaron”, y les voy a explicar qué quiere decir esa expresión.
En 1908 el canciller del Zar Nicolas II de Rusia, Alexander Itsvolski, se craneó un plan para abrir el estrecho de los Dardanelos (Turquía) a la Armada Rusa, y darle acceso a Rusia al Mediterraneo, una de las grandes ambiciones estratégicas de Rusia (por eso ocuparon Sevastopol y Ucrania hace 4 años, por la misma razón, tener acceso al Mediterraneo vía Mar Negro).
Para ello entró en un acuerdo secreto con Austria-Hungría, quien por entonces ocupaba la provincia turca de Bosnia-Herzegovina, y buscaba anexar dicha provincia a su Imperio. El acuerdo implicaba un movimiento coordinado entre Rusia y Austria para alcanzar sendos objetivos, pero Aerenthal, el ministro de relaciones exteriores austríaco, se le avivó a Itsvolski, anunció la anexión de Bosnia antes de que Rusia solicitara la apertura de los Dardanelos a todas las Armadas de Europa, y “cajonió” a Itsvolski.
Cuando Itsvolski quiso recuperar la situación, se encontró con un hecho consumado de parte de Austria, y sin el deseado acceso al Mediterraneo que Rusia buscaba. La vaina se complicó cuando Rusia exigió que Austria se retirara de Bosnia, pues Bosnia era un interés de Serbia, gente de su misma raza, pues Serbia era un estado eslavo protegido de Rusia. Pero Aerenthal se rehusó a retirarse de Bosnia y amenazó con hacer público el acuerdo secreto entre él e Itsvolski para sacrificar Bosnia.
Los alemanes apoyaron a Austria, y un día, el embajador alemán en San Petesburgo se le presentó a Itsvolski en su oficina con un ultimátum: Rusia estaba obligada a aceptar la anexion de Bosnia por parte de Austria, o si no los austriacos expondrían los detalles del acuerdo secreto entre Rusia y Austria para traicionar a Serbia. Y si Rusia se movía contra Austria, Alemania apoyaría a Austria.
Ahí se acabó la bravocunada de Rusia, que tuvo que aceptar la traición de Aerenthal y la pérdida de Bosnia de la esfera Serbia. Ese es, por cierto, el origen de la Primera Guerra Mundial. Rusia nunca olvidó la traición de Austria, y 6 años después, luego de que asesinaran al Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo (Bosnia), se encendió la chispa de la guerra en Europa, pues Rusia decidió apoyar a Serbia esta vez, para compensar por la traición de 6 años antes.
Lo de Colombia y Venezuela guarda cierto parecido con el “affaire Itsvolski-Aerenthal” de hace 111 años, guardando las proporciones. Yo estoy seguro de que Colombia se ofreció, en un acuerdo secreto, a ayudar tumbar el régimen de Maduro y darle acceso a Estados Unidos a las reservas de petróleo venezolano, a cambio de impunidad para Varito en la CPI y la “Investigación Odebrecht” en Estados Unidos.
Eso para no hablar de otros intereses para Colombia, en especial para su industria y su sistema financiero. De rebote, Uribe cumpliría su sueño de acabar con el régimen chavista y destruir el acuerdo de paz en Colombia. Con Maduro fuera de la ecuación, la retaguardia de las Farc y ELN quedaría eliminada, y él, con el camino libre para aniquilar el proceso de paz y ganar la guerra contra la guerrilla que seguiría. De ese modo, enterraría con bastantes muertos y un éxito internacional, todas las investigaciones que lo rodean. Ese era el plan, pero se les atravesó Maduro, un chofer de bus con mejor sentido de la Real Politik, y le dio su tunda.
Los Estados Unidos entraron en este juego seducidos por la propuesta del petróleo venezolano, pero sin mojarse directamente. Apoyaron a Porky y a Guaidó, pero sin mojarse los pies con ayuda militar. Sospecho que Colombia le vendió la idea a Estados Unidos de que eso no era más que “patear la puerta” para que Maduro se cayera. Pero no resultó así, y Maduro resistió la invasión disfrazada de ayuda humanitaria (la pateada de la puerta) y las cosas se empezaron a complicar cuando el New York Times publicó que los camiones habían sido quemados del lado colombiano por los mismos guarimberos de Guaidó. Tan pronto el gobierno americano olió el desastre diplomático que se le venía, cortó sus pérdidas y se distanció de la situación, dejando colgado de la brocha a Duque y Guaidó mientras Maduro reforzaba sus defensas con ayuda china y rusa.
Para subrayar ese distanciamiento, Trump esperó un tiempo para ver que pasaba, y al ver que al pobre Guaidó no lo reconocía ni su madre, decidió bajarle la persiana a los dos, Duque y Guaidó, y los dejó abandonados a su propia suerte. Ahí fue cuando Trump salió diciendo que “el presidente colombiano era un buen tipo, pero que no había hecho nada por ellos”. Ese “no ha hecho nada por nosotros” se interpretó solamente dentro del tema de la erradicación de coca, pero yo creo que fue más amplio en su sentido y quiso decir también “Colombia no nos entregó Venezuela como prometió”.
Tan pronto los venezolanos y los rusos oyeron que Trump sacaba los pies del agua, pasaron a la ofensiva. Aviones de guerra, tropas, ayuda, refuerzo de inteligencia, y el ultimátum que nos llegó hace dos días a la Cámara. Esa carta, ese ultimátum, es la humillación que faltaba, la escena que recuerda el “affaire Itsvolski-Aerenthal” de hace 111 años en Europa, y más precisamente, el ultimátum alemán que obligó a Rusia a reconocer la anexión de Bosnia.
En este caso ese ultimátum nos obliga a reconocer de hecho el régimen de Maduro, y yo doy como un hecho que aquí termina el sueño del uribismo de acabar con el dictador venezolano. En los 3 años y 4 meses que, supuestamente, le quedan a Porky en la Presidencia, ustedes no van a volver a oír de un nuevo intento de tumbar a Maduro. Guaidó se irá preso, y con la JEP salvada, el uribismo se va a ir a la mierda en 6 meses.
Si Porky se las arregla para sobrevivir lo que le queda de periodo presidencial, su presidencia solo tiene una dirección: la traición a Uribe, ya no tiene alternativa. Si el pelao tiene algo de sesos, va a esperar a que la la JEP acabe con Uribe y lo va a traicionar más adelante. Y si tenemos un poco de suerte, de pronto veamos un remate de gobierno con un presidente más “libre” y democrático. Tumbar a Maduro era la salvación de Uribe, pero ya no va a suceder, por lo menos no desde Colombia. Sin poder salvar a Uribe, lo único que le queda es traicionarlo, para salvar, él, algo de decoro y no pasar como el peor presidente de la historia de Colombia.
Pero para la posteridad siempre quedará que, fue utilizado por los americanos para conseguir sus intereses en la region, y luego acribillado entre Estados Unidos y Rusia en el fuego cruzado de la gran geo-política.
Y el servicio diplomático colombiano, en manos de un bucólico e inexperto cuidador de gallinas como Carlos Holmes Trujillo, acaba de recibir una de las grandes lecciones de Real Politik que jamás se hayan dictado en el Hemisferio Occidental, que es, ¿cómo se sale de un desastre diplomático? Fuimos muy audaces para dizque tumbar a Maduro, pero no teníamos “roll back plan” para descargarla, si las cosas salían mal, tal como terminaron saliendo. Y sin roll-back plan, Duque quedó expuso su flanco a ataques de todo tipo, recibiendo Colombia una nueva humillación por cuenta de él y su inexperiencia.
Ya no tiene más margen de error. La vuelve a cagar, y se tiene que ir, a la buena, o la mala.
Felipe A. Priast es un novelista colombiano nacido en 1969 en Bogotanos y criado en Barranquilla. Es ingeniero industrial y trabaja como analista del mercado bursátil en EEUU.
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Opinión / TÍTERE ACRIBILLADO: (Una clase de historia universal) / Felipe A. Priast
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