Ecuador 2010: golpe de Estado de la burocracia

Lo dije (lo escribí) ayer 30/09 a las 2:20 de la tarde, y dije también que deseaba equivocarme. Y por suerte me equivoqué: Correa salió vivo y como presidente de la intentona golpista.


Sin embargo hasta ese momento todo indicaba que el golpe se había ejecutado y solo faltaba formalizarlo. A esa hora el jefe del Comando Conjunto de las FFAA se limitaba a “invitar”a los alzados a deponer su actitud. Y mientras el Comandante en Jefe estaba secuestrado, los militares ni se inmutaban, no movieron un tanque ni cercaron el área. Algo así como si el asunto no era con ellos, y su única responsabilidad era “mantener el orden”.


Lo que modificó la situación y produjo este esperanzador desenlace fue la masiva movilización del pueblo, de la gente de la calle, en apoyo a Correa. En contrapartida la “oposición” o al menos los “alzados” no lograron movilizar a nadie. Aunque si lo intentaron, ya que en la mañana cuando el Presidente llegó al cuartel, los policías estaban acompañados por sus familiares.


Sin entrar en los detalles, hay un elemento común de vital importancia que aparece en los intentos “golpistas” en Venezuela 2002, Bolivia 2008, Honduras 2009 y ahora Ecuador 2010: en los cuatro procesos destaca la participación de importantes y masivas estructuras burocráticas del Estado.


Es decir, de instituciones y su personal, que en forma orgánica actúan aprovechando los recursos y funciones críticas que tienen por su ubicación en el aparato de gobierno o de administración del Estado.


En Venezuela esa estructura burocrática fue PDVSA, que con un discurso corporativo que reivindicaba unas supuestas competencias especiales, englobadas con la etiqueta de “meritocracia”, movilizó masivamente a unos 20 mil funcionarios de la organización.


Vale acotar que si algo tiene la burocracia es “conciencia de sí” misma. Y en PDVSA ese proceso de burocratización corporativa y orgánica se había afianzado de tal manera que era parte esencial y consciente de eso que llaman “cultura organizacional”. Era algo sistemático y programado y todos, casi sin importar su nivel o posición, presumían de saber cual era su papel y como desempeñarlo, colocándose por encima del mismo Estado.


Esa conciencia burocrática, era la misma heredada desde antes de la nacionalización, y está tan bien cimentada que en la propia Ley de Nacionalización se estableció el carácter privilegiado de los burócratas petroleros.


Como parte de esa “conciencia de sí” ellos sabían (y aun lo saben) que sus funciones de administración y control no son directamente indispensables para la producción. Lo que los hace indispensables es el monopolio que ejercen sobre los procesos administrativo, es decir contrataciones, compras, ventas, facturación y control de herramientas de tecnología de la información que soportan esos mismos procesos.


Por eso cuando la burocracia siente que puede perder ese monopolio inevitablemente reacciona, porque sabe que tiene sus días contados. Recuerden que en Venezuela la “crisis” estalla cuando el gobierno decide tomar control de puestos claves de la Junta Directiva y otras posiciones (no sólo la presidencia, esa la controlan desde los niveles intermedios) con funcionarios ajenos a la “corporación”.


En Bolivia en septiembre de 2008 ocurrió la masacre de Pando, donde grupos de funcionarios armados con vehículos y recursos de la gobernación de esa entidad, mataron a mas 20 indígenas que marchaban en respaldo al gobierno de Evo Morales. La matanza quizá fue el elemento mas alarmante, pero ya desde antes las gobernaciones de varios departamentos de la llamada “Media Luna”, venían actuando institucionalmente en contra del Estado. ¿Y cual es el origen del conflicto? Pues simplemente que las burocracias locales recibieran en forma exclusiva los ingresos por la explotación de recursos mineros. Y cuando, en este caso, el gobierno nacional, decidió controlar una parte de esos ingresos, pues los burócratas que ocupan el poder local entiendieron que estaban en peligro de muerte.


En Honduras evidentemente la amenaza para la mas alta burocracia y la base del Estado burgués, el parlamento, era la difusa y lejana posibilidad de una Asamblea Constituyente. Un mecanismo que planteaba al menos la reformulación de la estructura burocrática del Estado.

Y lo del jueves en Ecuador lo protagonizó un cuerpo nacional de policía de seguridad pública. Es conveniente precisar que la policía es la personalización más extremadamente concreta del Estado. La causa del conflicto: defensa de intereses corporativos de la burocracia policial y funcionarial en general por la aprobación de la Ley de Servicio Público (léase bien, una ley para regular a los burócratas).


Sin necesidad de buscar mucho, ya el solo hecho de que sea un órgano nacional le de una fuerza formidable. Incluso, que parte de los sucesos se registraran en un hospital de la institución da una idea de lo monstruoso de la estructura. No son las fuerzas armadas, pero están armadas, y mejor aun porque están insertas en la vida civil y cotidiana del país. Es decir, mientras los militares son de los cuarteles cerrados, los policías son de la calle.


Y en todo caso la idea del guión no es que los “golpes” los den los militares, el Ejercito nacional. Eso se ve feo y es muy difícil o imposible de “legalizar”. El asunto es un poco mas complejo, pero políticamente “más” correcto.


Es mejor movilizar a un segmento de la sociedad, que esté unido orgánicamente, que tenga poder sobre los procesos productivos y/o de control y que sea importante numéricamente y con capacidad de incorporar aliados y allegados.


Una vez desarrollada la crisis e instaurado el “caos” en la vida cotidiana, se activan los otros elementos o estructuras de la burocracia. Eso incluye actuaciones de los poderes legislativo o judicial, decisiones en tribunales, pronunciamientos públicos, tanto de instituciones como de individuos, y como punto esencial la movilización en la calle de los burócratas y sus familiares y amigos. Hasta llegar finalmente a la amenaza del uso de la fuerza o directamente al uso de la misma. O, incluso, como ocurrió en Ecuador al titubeo y la omisión. El Ejercito se involucra “sólo” para cumplir el mandato de las instituciones y de la “sociedad civil” y para salvaguardar el “hilo constitucional”.


Todo esto es indispensable hacerlo desde alguna estructura del propio Estado. Solo se puede hacer así. Es el Estado, es decir quienes controlan segmentos del aparato de gobierno, que ataca al propio Estado. En éste caso a quienes han accedido al poder central, a la jefatura del Estado y del Gobierno (Chavez, Correa, Evo, Zelaya, Ortega), e intentan modificar mas o menos radicalmente la configuración de sus órganos y de su estructura burocrática, y arrebatarle parte de su poder para entregárselo al pueblo.


Y este es el punto clave: la burocracia, que es la “personalización” del Estado del Capital, sabe que desaparecerá cuando la gente, el pueblo, las organizaciones de base, tomen el poder. Es decir, cuando comiencen a ejercer directamente el poder y las funciones de administración y control de los procesos fundamentales de la cotidianidad y del “metabolismo social”.


Por eso no basta con “amenazar” a la burocracia, prometer la “explosión del Poder Popular” y hasta cambiarle el nombre a las instituciones. Si no se entrega de verdad el poder a la gente la burocracia se adelantará porque sabe que se le va la vida en esto.


Recuerden que “el Estado, este Estado, es la concreción política del modelo del Capital, y se constituye y desarrolla con el fin de asegurarle su subsistencia y su carácter dominante sobre la sociedad. Aunque el control del aparato de gobierno (y buena parte de las estructuras funcionales del Estado) esté en manos de los revolucionarios (?), eso no significa ni remotamente que la lógica del Estado (y sus normas, procedimientos, espíritu y objetivos) haya dejado de ser la lógica del Capital.” (http://aporrea.org/actualidad/a109008.html).


Por eso hoy, visto lo ocurrido en Ecuador, los pueblos y los procesos de cambio radical (la revolución latinoamericana) deben entender que la confrontación con el Capital y con la burocracia es a muerte. O esto se defiende sin vacilaciones y conciliaciones o lo estaremos mandado pa´l carajo.

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