Posicionar la existencia de una crisis humanitaria en Venezuela, por causa del desabastecimiento, y de una sistemática discriminación hacia la población colombiana residente en el país es parte de una estrategia que busca una “intervención humanitaria” en la nación suramericana similar a la realizada en Libia en 2011 y que fue autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU.
La intervención en Libia fue impulsada por las dos principales consultoras de Obama en política exterior, Susan Rice, actual asesora nacional de seguridad, y Samantha Power, embajadora en la ONU, partidarias de las tesis de la "intervención humanitaria" y la "responsabilidad de proteger" (R2P).
Esta conclusión es posible si se evalúan las reiteradas referencias de voceros y documentos de la oposición venezolana, y de sus aliados políticos de otros países, a una “crisis humanitaria”, tal como lo señaló ayer el propio secretario de Estado de EEUU, Jhon Kerry.
El jefe de la diplomacia gringa dijo ayer que si la situación en Venezuela llegara a provocar la suspensión del programa de petróleo a bajo costo Petrocaribe, podría producirse "una grave crisis humanitaria" en la región, al intervenir en una conferencia sobre energía y cambio climático en el centro de estudios Atlantic Council de Washington.
Esta postura y el término usado coinciden rigurosamente con lo dicho en febrero por el expresidente colombiano Andrés Pastrana, quien afirmó durante su visita a Caracas, que veía venir una crisis humanitaria en Venezuela.
El señalamiento lo realizó en una entrevista publicada por el bogotano diario El Tiempo, en su edición del 1 de febrero, y replicada por diversos medios de la región el mismo día.
“¿Qué es lo que más le preocupa hoy de Venezuela, luego de su viaje?”, le preguntó el diario a Pastrana, y este contestó “Veo venir una crisis humanitaria por el desabastecimiento, y tenemos que llamar la atención del Gobierno sobre los colombianos, que son objeto de discriminación para adquirir productos de primera necesidad.”
“¿Tienen problemas los colombianos?”, le repreguntaron. Y con firmeza no dudó en afirmar que “Sí; cuando descubren que un colombiano está en la fila, lo sacan. Va a venir una crisis humanitaria de verdad profunda. Son colas con miles de personas en busca de alimento, pero para Maduro esas colas no existen. Pero, además, ese problema del desabastecimiento se va a agravar, porque el dinero que Maduro estaba buscando fuera era para comprar comida y no se lo han dado.”
Vale destacar que las proyectadas “crisis humanitarias” provocadas por el gobierno de Venezuela, adquieren con los señalamientos de Kerry y Pastrana, una dimensión regional y por lo tanto multinacional, ya que involucraría tanto a ciudadanos colombianos como a las naciones socias de Petrocaribe
Asimismo en ese sentido se orientan los documentos del abortado golpe de Estado, previsto para el 12 de febrero, que entre sus premisas de justificación advertían sobre el advenimiento en el “corto plazo” de una “emergencia humanitaria”
Genocidio y otras fachadas humanitarias
La tesis de las intervenciones necesarias por razones humanitarias tiene entre sus principales defensores a dos altas funcionarias de la política exterior y de seguridad de los EE.UU. Ellas son Susan Rice, actual asesora de Seguridad Nacional, y la embajadora en la ONU, Samantha Power, quien también forma parte del Consejo Nacional de Seguridad (NCS) desde enero del año 2009.
Ambas fueron piezas fundamentales para persuadir al presidente Barack Obama de la “necesidad” de intervenir en Libia, y en el caso de Rice desempeñó un papel clave en la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en marzo de 2011 que autorizó "todas las medidas necesarias" para proteger a los civiles libios que se alzaron y derrocaron a Gadafi.
La funcionaria, que en ese momento era la embajadora de su país en la ONU, llegó a afirmar en una sesión del Consejo de Seguridad, que Gadaffi suministraba Viagra a sus soldados con el fin de alentar violaciones en masa, según lo registró el diario The Guardian en abril del 2011.
Rice, quien nació en 1964 en la capital estadounidense, estudió Historia en la Universidad de Stanford, de donde egresó en 1986, y en el New College de la Universidad de Oxford realizó una maestría y un doctorado en Filosofía en 1988 y 1990 respectivamente.
En 1993 se integró a la administración de Bill Clinton, y sirvió en el Consejo Nacional de Seguridad, fue asesora especial del presidente y directora de asuntos africanos, y se considera que fue tutelada por la entonces secretaria de Estado, Madelaine Albrigth.
En esa posición le correspondió manejar información sobre la crisis en Ruanda, donde en 1994 ocurrió una confrontación entre dos grupos étnicos (hutus y tutsis) que dejó unos 800 mil muertos, especialmente tutsis.
A raíz del “genocidio de Ruanda”, como se le bautizó, Rice habría adoptado una postura recriminatoria a la inacción de su gobierno y en 2000 expresó su postura radicalmente partidaria de la intervención y el uso de la fuerza en ese tipo de situaciones.
“Vi cientos, o tal vez miles, de cadáveres en descomposición dentro y fuera de una iglesia", rememoró en una entrevista publicada por "Stanford Magazine", la revista de la universidad en la que estudió historia.
"Me juré a mí misma que si alguna vez me enfrentaba a una crisis como ésa de nuevo me pondría del lado de tomar medidas drásticas, con el uso de toda la fuerza si fuera necesario", dijo Rice en otra entrevista, con "The Atlantic Monthly".
Sin embargo, otras versiones recogidas por portales de derecha como discoverthenetworks.org, aseguran que Rice y sus compañeros de la administración Clinton, estuvieron conscientes de los alcances del genocidio, según documentos desclasificados. Además Rice habría solicitado eliminar términos como “genocidio” y “limpieza étnica” en documentos del Departamento de Estado, con el argumento de que pensarían los electores si se percataban que el gobierno no había actuado pesa a conocer la naturaleza de la situación.
La investigación tras la masacre ha determinado que se trató de una confrontación estimulada por Francia y EEUU, que respaldaban facciones armadas con el fin de controlar geopolítica y económicamente a la región y apoderarse de sus recursos naturales como oro, diamantes y especialmente coltan, un mineral raro de uso intensivo en equipos electrónicos.
Y que Rice en realidad habría estado actuando a favor de la facción de la etnia tutsi dirigido por el Paul Kagame, un militar ruandés formado en EEUU y proclive a sus intereses.
Además un informe elaborado por la anterior Alta Comisionada de DDHH de la ONU, Navi Pillay, ha revelado la ocurrencia de otro posible genocidio contra los hutus que se establecieron en el este de la República Democrática del Congo, entre 1993 y 2003
En 2008, al inicio de su primer período, Barack Obama, la postuló como embajadora en la ONU. Previamente se había hecho pública su postura a favor de intervenir en Sudán con motivo del conflicto de Darful, en el sur de esa nación.
Por su parte Samantha Power, nacida en Irlanda en 1970, llegó a EEUU en 1979. Estudió en la Universidad de Yale y entre 1993 y 1996 fue reportera en la guerra de la ex Yugoeslavia.
Según su propia versión en Bosnia quedó marcada por el genocidio que se cometió contra la población musulmana ante la mirada pasiva de la comunidad internacional. A partir de la experiencia escribió Problema infernal. Estados Unidos en la era del genocidio,donde expone una postura similar a la de Rice.
En 2005 le dijo al diario La Nación, de Buenos Aires, que se debía intervenir para evitar genocidios, aunque luego matizò con la precisión de que “existen muchas formas de intervenir para evitar una catástrofe humanitaria, y antes de llegar a la intervención militar hay que agotar la vía diplomática y la vía económica”.
Nueve años después, cuando el Senado la interpelaba con motivo de su postulación como embajadora en la ONU, su postura era más dura y aseguraba que parte de su trabajo sería “responder a la represión a la sociedad civil que se está produciendo en países como Cuba, Irán, Rusia y Venezuela”.
El discurso opositor de la "crisis humanitaria"
Con la violencia callejera impulsada por la extrema derecha, voceros opositores comenzaron en 2014 a hablar de la existencia de una “crisis humanitaria” por causa del desabastecimiento y de las medidas para controlar la “guarimba”.
En mayo la Alianza Parlamentaria Democrática de América (APDA), advertía sobre la “crisis humanitaria” en boca del diputado boliviano Adrián Oliva.
En junio el exministro de Rafael Calder, Fernando Egaña, resumía escasez de alimentos, medicamentos e inseguridad en la formula de la crisis humanitaria.
Para agosto se sumaron los gremios de mèdicos y de dueños de clínicas.
Y para rematar en septiembre el senador republicano por Florida, Marco Rubio, afirmaba que la crisis humanitaria en Venezuela estaba empeorando cada día.
Una versión de esta nota fue publicada en el diario Ciudad Ccs
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EEUU promueve "crisis humanitaria" para justificar intervención en Venezuela
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