Buscan reemplazar con endeudamiento la reducción de divisas provenientes de la renta petrolera, tras la caída del precio del crudo e imponerle a los grupos políticos de oposición y factores productivos su propia agenda
VICTOR HUGO MAJANO
CUATRO F
Si algo demuestra en forma nítida la conversación del economista Ricardo Hausmann y el jefe de las empresas Polar, Lorenzo Mendoza, revelada la semana pasada en el programa Con el Mazo Dando, es que el empresariado comercial-importador es la capa dominante de la burguesía venezolana y que tiene la osadía y cierto poder para determinar las opciones políticas y económicas de los sectores adversos a la Revolución Bolivariana.
Se trata de un intercambio telefónico en el que Hausmann, un academico que dirige un centro de investigación en la universidad estadounidense de Harvard, le expone al presidente de Polar su propuesta de diseñar un plan de ajuste macroeconómico, destinado a “rescatar” la economía venezolana, para lo cual requerirían enormes recursos financieros provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros entes financieros multilaterales.
Si usted es chavista (que es lo más probable) lea con atención lo que viene, pero si al contrario usted es opositor y de paso su actividad productiva es de carácter agropecuario o industrial es recomendable que se dedique con devoción a entender lo que realmente dice la propuesta Hausmann-Mendoza.
El salvavidas neocolonial del FMI
El FMI, creado luego de la Segunda Guerra Mundial, es un mecanismo para preservar el poder colonial de las potencias tradicionales y darle formalmente el liderazgo comercial a EEUU.
No es casual que cinco de los seis fines del Fondo, según su convenio constitutivo, se refieran explicítamente al intercambio comercial global.
Entre esos destacan “facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional”, “evitar depreciaciones cambiarias competitivas” y “eliminar las restricciones cambiarias que dificulten la expansión del comercio mundial.” Este último es el caso de Venezuela y ha convertido al país en el objetivo permanente de informes, recomendaciones y acusaciones sobre lo que no se debe hacer según sus posturas de profunda liberalización y apertura comercial.
Con tales objetivos es absolutamente previsible que la burguesía comercial e importadora venezolana, se pudiera plantear “usar” el Fondo como el mecanismo institucional multilateral para lanzarle un “salvavidas” a Venezuela en virtud de la dificil situación financiera derivada de la sostenida caída del precio del petróleo.
Y además “fomentar la estabilidad cambiaria”, alterada por los ataques al tipo de cambio desde el mecanismo desarrollado por los cambistas de frontera, en el Norte de Santander, y por la “institucionalización” del paralelo Dólar Today que depreciaba escandalosamente al bolívar.
En ese escenario, en septiembre de 2014, Hausmann, junto con Miguel Angel Santos (uno de los discipulos mencionados en la conversación) publican un artículo en www.project-syndicate.org, titulado Should Venezuela Default? , que pone en discusión sí el gobierno venezolano debía optar por mantenerse al día con el pago de los compromisos financieros con los acreedores, o más bien debía preferir mantener el ritmo de importaciones pagando los compromisos con la burguesía comercial importadora.
Y esgrimían una pretendida razón moral que no era otra que acusar al gobierno bolivariano de preferír pagarle a Wall Street (así decían) que asegurarle el abastecimiento de alimentos y medicinas a 30 millones de venezolanos.
Es obvio a que intereses protegía el exministro venezolano y ahora colombiano por naturalización. Es decir, a los de los importadores, incluidos los de los "industriales", que en realidad son "ensambladores" o envasadores, como el grupo Polar y que dependen fundamentalmente de las importaciones de insumos y materias primas.
Valga acotar que Polar probablemente es el cuarto receptor de divisas del país según los registros de transacciones de Cadivi (organismo cambiario) entre 2004 y 2012, cuando le fueron adjudicados unos 2 mil 500 millones de dólares.
Justo un año después, esta vez sólo Hausmann, publica otro artículo titulado Don’t Fear the IMF (No teman al FMI), en la misma página de internet, donde hace una defensa del papel del organismo y detalla como funciona el mecanismo.
Luego explica que un mundo sin el FMI sería lo más parecido a Venezuela. Y la descripción que ofrece de Venezuela es : “Con el colapso del precio del petróleo desde entonces, la economía está cayendo en picada: el PIB se contrae a un ritmo récord, la inflación sobrepasa el 200%, la moneda se ha hundido a menos del 10% de su valor previo, y ha surgido una escasez masiva."
Pero lo más llamativo es su profunda molestia y descalificación por los préstamos otorgados, sin imponer condiciones, por el Banco de Desarrollo de China (BDC). La causa no es otra que la inclusión de mecanismos para abrirles mercados seguros a marcas y lineas de productos de ese país: incorporan privilegios para empresas chinas en sectores como telecomunicaciones (Huawei), línea blanca (Haier), automóviles (Chery) y la perforación de pozos petrolíferos (ICTV).
Y como si no fuera suficiente, su irritación se eleva cuando deja constancia de que “la tragedia es que la mayor parte de los venezolanos (y muchos ciudadanos de otros países) creen que el papel del FMI no es ayudar sino perjudicar.”
Lo que no dice Hausmann es que esa misma gente tiene motivos para creer eso y él mismo sería uno de los responsables de que sea asi. E n Venezuela todos parecen recordar como comenzó y como terminó la última intervención “salvavida” del FMI: con una masacre de civiles desarmados y una rebelión militar dirigida por Hugo Chávez.
El comercio dirige la guerra económica
Para quien tuviera duda sobre el carácter ofensivo de las acciones desarrolladas por el empresariado importador, le debería bastar con escuchar 2, 4 o 6 veces la frase inicial de Lorenzo Mendoza: “yo estoy en guerra” le dice a Hausmann para justificar alguna desatención previa, además de ratificarle su “amor” y disipar el despecho, con la frase neo-romántica: “yo lo quiero mucho, no joda chico”
Lo esencial es que la conversación y el plan que se discute lo que hace es confirmar la naturaleza de las acciones organizadas desde el sector comercial para “caotizar” la distribución de bienes esenciales.
Y además revela una cuidada estrategia para mantener el flujo de divisas que tradicionalmente provienen de la renta petrolera nacional, a través de una gigantesca transferencia por un monto de alrededor de 60 millones de dólares provenientes de prestamos “salvavidas” del FMI.
El destino de esos recursos es cancelar las importaciones, en muchos casos calculadas con facturas infladas elaboradas en “paraísos fiscales” que las haga inauditables, que supuestamente requieren sus empresas o el mercado.
El intercambio entre Hausmann y Mendoza es la planificación de una estafa o de un asalto: “yo tengo un panita burda que jugaba metras conmigo a quien puedo convencer para...” ver como hacer que recibiera una llamada que acelerara la intervención.
Se trata del mexicano Alejandro Garner, director de asuntos del hemisferio occidental, quien según Hausmann estaba montado en la jugada. Y a menos que diga lo contrario es evidente que estaba aprovechando su cargo y su posición para poner los recursos del Fondo al servicio de unos particulares ávidos de divisas.
A lo interno, la discusión presupone que ellos tenían la intención y el poder para imponerle a los sectores de oposición una agenda de neoliberalización, que normalmente tiene un elevado costo político, y al resto de los factores empresariales con posturas antichavistas un modelo productivo centrado en las importaciones y en la apertura hacia el sector externo.
En la última intervención de FMI con ese criterio la mayoría de las empresas industriales no sobrevivieron al proceso de “globalización” y debieron cerrar una tras otra ya que no tenían fortalezas para competir con los productos importados, al punto que en 1994 un crisis bancaria (originada en la mismo debilidad) acabó con más de la mitad de las instituciones financieras. Algo similar ocurrió con el sector agropecuario.
Por lo tanto si usted, que es opositor, piensa que Hausmann y Mendoza son luchadores por la libertad, y que su situación personal va a mejorar gracias a ese “apoyo fondomonetarista”, sería bueno que sepa que no va a recibir ni un dólar pero con seguridad le tocará pagarlos como al resto de los venezolanos.
Ajuste presupone un golpe de Estado
La existencia de un nuevo gobierno, producto de un golpe de Estado, es la premisa que subyace en la conversación entre el empresario Lorenzo Mendoza y el economista Ricardo Hausmann, revelada en el programa de televisión que conduce el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
En el audio, correspondiente a una llamada telefónica, el jefe de Empresas Polar y el exministro del paquete neoliberal del expresidente Carlos Andrés Pérez, se refieren, como si fuera un hecho cumplido, a la negociación de un plan de ajustes macroeconómicos entre el Fondo Monetario Internacional y las autoridades de Venezuela en materia económica.
Eso no sería posible con un gobierno como el del presidente Nicolás Maduro, que ha dejado muy claro que no recurrirá a las “recetas” del FMI para manejar los efectos de la prolongada caída del precio del petróleo.
Y mucho menos usaría a Hausmann, un reconocido neoliberal con posiciones extremas, para diseñar y negociar la propuesta de ajustes con el organismo multilateral.
Eso sólo ocurriría con otra jefatura de Estado y un cambio de ese tipo en el corto plazo que se plantea en el diálogo, únicamente se registraría producto de una intervención inconstitucional como un golpe de Estado.
En el cuarto comentario de Hausmann se confirma la tesis del golpe o de la intervención internacional, cuando relata su encuentro con el director del FMI para el hemisferio occidental, el mexicano Alejandro Garner, y dice que le planteó como hacer que recibiera una llamada del presidente estadounidense, Barack Obama, o del mandatario francés, Francois Hollande, como parte de las coordinaciones para las actuaciones de las grandes potencias.
Un lento y feroz comienzo
En todo caso otros elementos parecen confirmar que la propuesta de “salida” de la guerra económica era justamente un programa de choque. Y al menos desde el anterior fin de semana ya se venía preparando a los activistas de oposición en lo político y emocional.
El sábado 10 de octubre se publicó un artículo de Fausto Masó, titulado “El Desmoronamiento”, que pronosticaba un paulatino desencanto desde el chavismo pero sin que ello significara una ruptura. Todo seguiría más o menos igual, con colas, mayor escasez y con la esperanza puesta en una explosión social con saqueos a supermercados.
Mientras que el domingo fue publicado uno del escritor de telenovales, Leonardo Padrón, Un lento y feroz comienzo, que igualmente adelantaba dificultades mayores tras un esperado triunfo electoral el 6D. Ese día apenas era el “comienzo”, el cual sería muy lento. No esperes soluciones en el corto plaza pues el horizonte de cambio es de meses o años, decía el mensaje.
Pero además ofrecía que sería “feroz”, es decir que tendría rasgos de crueldad. Y aunque el escritor, con una técnica discursiva propia de la autoayuda o la prédica religiosa, no hablaba de violencia, llegó a utilizar la frase unas 10 veces.
Hausmann y los intereses comerciales de Israel
Además de su participación en el fallido gobierno de Pérez, entre 1992 y 1993, Ricardo Hausman tuvo una importante participación en el intento de demostrar un fraude en el referendo que pretendió revocar, en agosto de 2004, el mandato del presidente Chávez. Fue la llamada teoría "cisne negro", que afirma (en lineas generales) que aunque todos los cisnes sean blancos, y no haya pruebas de lo contrario, no quiere decir que no existan los cisnes negros.
Así, en un modelo estadístico matemático, realizado y financiado por la Coordinadora Democrática y Súmate, Hausmann y Roberto Rigobon aseguraban que el no conseguir pruebas de que no hubo fraude en el proceso era, en consecuencia, una prueba irrefutable, aunque no explicable, de que había ocurrido un fraude, según refiere el periodista Andrés Paravisini, en un perfil publicado en el diario Ciudad Ccs.
Hausmann realmente es un reconocido académico de los ThinkTank (tanque de pensamiento en inglés) que promueven el libre mercado como la panacea para los problemas económicos y sociales del "tercer mundo", como lo son a los ojos de EEUU los países del continente americano, agrega Paravisini.
La defensa de la dolarización de la economía de países poco industrializados, la adopción de políticas para el financiamiento del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales para el control de la economía foránea, entre otros temas, forman parte de las áreas que instrumentaliza este docente, según las investigaciones publicadas en su propia página web, para defender el neoliberalismo como tabla de salvación.
Hausmann, además, es un activo colaborador del Estado de Israel y considera que "América Latina es un complemento natural de Israel" porque es un "importador neto" de bienes y tecnologías en los que Tel Aviv tiene "grandes fortalezas", como manejo de agua, agricultura, seguridad o informática.
En su lógica, América Latina exporta productos interesantes para Israel, como energía, minerales, metales y productos alimentarios, por lo que "hay una gran complementariedad natural" que ha llevado a que las relaciones económicas sean "de larga data e importantes para ambos lados".
En 2008 y por voluntad propia se convirtió en ciudadano colombiano juramentado por el entonces presidente colombiano, Alvaro Uribe Vélez.
El acto, realizado el 15 de diciembre de ese año en el Salón Protocolario de la presidencial Casa de Nariño, sirvió para que Hausmann le dijera a Uribe "que es un honor y orgullo recibir la nacionalidad de un país que siente propio", según la reseña publicada en el portal web de la Presidencia de Colombia.
Mantiene actividades de promoción del libre comercio en distintas regiones de Colombia, y en agosto pasado visitó Cúcuta y pidió perdón por la decisión del gobierno venezolano de cerrar temporalmente la frontera...
VICTOR HUGO MAJANO
CUATRO F
Si algo demuestra en forma nítida la conversación del economista Ricardo Hausmann y el jefe de las empresas Polar, Lorenzo Mendoza, revelada la semana pasada en el programa Con el Mazo Dando, es que el empresariado comercial-importador es la capa dominante de la burguesía venezolana y que tiene la osadía y cierto poder para determinar las opciones políticas y económicas de los sectores adversos a la Revolución Bolivariana.
Se trata de un intercambio telefónico en el que Hausmann, un academico que dirige un centro de investigación en la universidad estadounidense de Harvard, le expone al presidente de Polar su propuesta de diseñar un plan de ajuste macroeconómico, destinado a “rescatar” la economía venezolana, para lo cual requerirían enormes recursos financieros provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros entes financieros multilaterales.
Si usted es chavista (que es lo más probable) lea con atención lo que viene, pero si al contrario usted es opositor y de paso su actividad productiva es de carácter agropecuario o industrial es recomendable que se dedique con devoción a entender lo que realmente dice la propuesta Hausmann-Mendoza.
El salvavidas neocolonial del FMI
El FMI, creado luego de la Segunda Guerra Mundial, es un mecanismo para preservar el poder colonial de las potencias tradicionales y darle formalmente el liderazgo comercial a EEUU.
No es casual que cinco de los seis fines del Fondo, según su convenio constitutivo, se refieran explicítamente al intercambio comercial global.
Entre esos destacan “facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional”, “evitar depreciaciones cambiarias competitivas” y “eliminar las restricciones cambiarias que dificulten la expansión del comercio mundial.” Este último es el caso de Venezuela y ha convertido al país en el objetivo permanente de informes, recomendaciones y acusaciones sobre lo que no se debe hacer según sus posturas de profunda liberalización y apertura comercial.
Con tales objetivos es absolutamente previsible que la burguesía comercial e importadora venezolana, se pudiera plantear “usar” el Fondo como el mecanismo institucional multilateral para lanzarle un “salvavidas” a Venezuela en virtud de la dificil situación financiera derivada de la sostenida caída del precio del petróleo.
Y además “fomentar la estabilidad cambiaria”, alterada por los ataques al tipo de cambio desde el mecanismo desarrollado por los cambistas de frontera, en el Norte de Santander, y por la “institucionalización” del paralelo Dólar Today que depreciaba escandalosamente al bolívar.
En ese escenario, en septiembre de 2014, Hausmann, junto con Miguel Angel Santos (uno de los discipulos mencionados en la conversación) publican un artículo en www.project-syndicate.org, titulado Should Venezuela Default? , que pone en discusión sí el gobierno venezolano debía optar por mantenerse al día con el pago de los compromisos financieros con los acreedores, o más bien debía preferir mantener el ritmo de importaciones pagando los compromisos con la burguesía comercial importadora.
Y esgrimían una pretendida razón moral que no era otra que acusar al gobierno bolivariano de preferír pagarle a Wall Street (así decían) que asegurarle el abastecimiento de alimentos y medicinas a 30 millones de venezolanos.
Es obvio a que intereses protegía el exministro venezolano y ahora colombiano por naturalización. Es decir, a los de los importadores, incluidos los de los "industriales", que en realidad son "ensambladores" o envasadores, como el grupo Polar y que dependen fundamentalmente de las importaciones de insumos y materias primas.
Valga acotar que Polar probablemente es el cuarto receptor de divisas del país según los registros de transacciones de Cadivi (organismo cambiario) entre 2004 y 2012, cuando le fueron adjudicados unos 2 mil 500 millones de dólares.
Justo un año después, esta vez sólo Hausmann, publica otro artículo titulado Don’t Fear the IMF (No teman al FMI), en la misma página de internet, donde hace una defensa del papel del organismo y detalla como funciona el mecanismo.
Luego explica que un mundo sin el FMI sería lo más parecido a Venezuela. Y la descripción que ofrece de Venezuela es : “Con el colapso del precio del petróleo desde entonces, la economía está cayendo en picada: el PIB se contrae a un ritmo récord, la inflación sobrepasa el 200%, la moneda se ha hundido a menos del 10% de su valor previo, y ha surgido una escasez masiva."
Pero lo más llamativo es su profunda molestia y descalificación por los préstamos otorgados, sin imponer condiciones, por el Banco de Desarrollo de China (BDC). La causa no es otra que la inclusión de mecanismos para abrirles mercados seguros a marcas y lineas de productos de ese país: incorporan privilegios para empresas chinas en sectores como telecomunicaciones (Huawei), línea blanca (Haier), automóviles (Chery) y la perforación de pozos petrolíferos (ICTV).
Y como si no fuera suficiente, su irritación se eleva cuando deja constancia de que “la tragedia es que la mayor parte de los venezolanos (y muchos ciudadanos de otros países) creen que el papel del FMI no es ayudar sino perjudicar.”
Lo que no dice Hausmann es que esa misma gente tiene motivos para creer eso y él mismo sería uno de los responsables de que sea asi. E n Venezuela todos parecen recordar como comenzó y como terminó la última intervención “salvavida” del FMI: con una masacre de civiles desarmados y una rebelión militar dirigida por Hugo Chávez.
El comercio dirige la guerra económica
Para quien tuviera duda sobre el carácter ofensivo de las acciones desarrolladas por el empresariado importador, le debería bastar con escuchar 2, 4 o 6 veces la frase inicial de Lorenzo Mendoza: “yo estoy en guerra” le dice a Hausmann para justificar alguna desatención previa, además de ratificarle su “amor” y disipar el despecho, con la frase neo-romántica: “yo lo quiero mucho, no joda chico”
Lo esencial es que la conversación y el plan que se discute lo que hace es confirmar la naturaleza de las acciones organizadas desde el sector comercial para “caotizar” la distribución de bienes esenciales.
Y además revela una cuidada estrategia para mantener el flujo de divisas que tradicionalmente provienen de la renta petrolera nacional, a través de una gigantesca transferencia por un monto de alrededor de 60 millones de dólares provenientes de prestamos “salvavidas” del FMI.
El destino de esos recursos es cancelar las importaciones, en muchos casos calculadas con facturas infladas elaboradas en “paraísos fiscales” que las haga inauditables, que supuestamente requieren sus empresas o el mercado.
El intercambio entre Hausmann y Mendoza es la planificación de una estafa o de un asalto: “yo tengo un panita burda que jugaba metras conmigo a quien puedo convencer para...” ver como hacer que recibiera una llamada que acelerara la intervención.
Se trata del mexicano Alejandro Garner, director de asuntos del hemisferio occidental, quien según Hausmann estaba montado en la jugada. Y a menos que diga lo contrario es evidente que estaba aprovechando su cargo y su posición para poner los recursos del Fondo al servicio de unos particulares ávidos de divisas.
A lo interno, la discusión presupone que ellos tenían la intención y el poder para imponerle a los sectores de oposición una agenda de neoliberalización, que normalmente tiene un elevado costo político, y al resto de los factores empresariales con posturas antichavistas un modelo productivo centrado en las importaciones y en la apertura hacia el sector externo.
En la última intervención de FMI con ese criterio la mayoría de las empresas industriales no sobrevivieron al proceso de “globalización” y debieron cerrar una tras otra ya que no tenían fortalezas para competir con los productos importados, al punto que en 1994 un crisis bancaria (originada en la mismo debilidad) acabó con más de la mitad de las instituciones financieras. Algo similar ocurrió con el sector agropecuario.
Por lo tanto si usted, que es opositor, piensa que Hausmann y Mendoza son luchadores por la libertad, y que su situación personal va a mejorar gracias a ese “apoyo fondomonetarista”, sería bueno que sepa que no va a recibir ni un dólar pero con seguridad le tocará pagarlos como al resto de los venezolanos.
Ajuste presupone un golpe de Estado
La existencia de un nuevo gobierno, producto de un golpe de Estado, es la premisa que subyace en la conversación entre el empresario Lorenzo Mendoza y el economista Ricardo Hausmann, revelada en el programa de televisión que conduce el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
En el audio, correspondiente a una llamada telefónica, el jefe de Empresas Polar y el exministro del paquete neoliberal del expresidente Carlos Andrés Pérez, se refieren, como si fuera un hecho cumplido, a la negociación de un plan de ajustes macroeconómicos entre el Fondo Monetario Internacional y las autoridades de Venezuela en materia económica.
Eso no sería posible con un gobierno como el del presidente Nicolás Maduro, que ha dejado muy claro que no recurrirá a las “recetas” del FMI para manejar los efectos de la prolongada caída del precio del petróleo.
Y mucho menos usaría a Hausmann, un reconocido neoliberal con posiciones extremas, para diseñar y negociar la propuesta de ajustes con el organismo multilateral.
Eso sólo ocurriría con otra jefatura de Estado y un cambio de ese tipo en el corto plazo que se plantea en el diálogo, únicamente se registraría producto de una intervención inconstitucional como un golpe de Estado.
En el cuarto comentario de Hausmann se confirma la tesis del golpe o de la intervención internacional, cuando relata su encuentro con el director del FMI para el hemisferio occidental, el mexicano Alejandro Garner, y dice que le planteó como hacer que recibiera una llamada del presidente estadounidense, Barack Obama, o del mandatario francés, Francois Hollande, como parte de las coordinaciones para las actuaciones de las grandes potencias.
Un lento y feroz comienzo
En todo caso otros elementos parecen confirmar que la propuesta de “salida” de la guerra económica era justamente un programa de choque. Y al menos desde el anterior fin de semana ya se venía preparando a los activistas de oposición en lo político y emocional.
El sábado 10 de octubre se publicó un artículo de Fausto Masó, titulado “El Desmoronamiento”, que pronosticaba un paulatino desencanto desde el chavismo pero sin que ello significara una ruptura. Todo seguiría más o menos igual, con colas, mayor escasez y con la esperanza puesta en una explosión social con saqueos a supermercados.
Mientras que el domingo fue publicado uno del escritor de telenovales, Leonardo Padrón, Un lento y feroz comienzo, que igualmente adelantaba dificultades mayores tras un esperado triunfo electoral el 6D. Ese día apenas era el “comienzo”, el cual sería muy lento. No esperes soluciones en el corto plaza pues el horizonte de cambio es de meses o años, decía el mensaje.
Pero además ofrecía que sería “feroz”, es decir que tendría rasgos de crueldad. Y aunque el escritor, con una técnica discursiva propia de la autoayuda o la prédica religiosa, no hablaba de violencia, llegó a utilizar la frase unas 10 veces.
Hausmann y los intereses comerciales de Israel
Además de su participación en el fallido gobierno de Pérez, entre 1992 y 1993, Ricardo Hausman tuvo una importante participación en el intento de demostrar un fraude en el referendo que pretendió revocar, en agosto de 2004, el mandato del presidente Chávez. Fue la llamada teoría "cisne negro", que afirma (en lineas generales) que aunque todos los cisnes sean blancos, y no haya pruebas de lo contrario, no quiere decir que no existan los cisnes negros.
Así, en un modelo estadístico matemático, realizado y financiado por la Coordinadora Democrática y Súmate, Hausmann y Roberto Rigobon aseguraban que el no conseguir pruebas de que no hubo fraude en el proceso era, en consecuencia, una prueba irrefutable, aunque no explicable, de que había ocurrido un fraude, según refiere el periodista Andrés Paravisini, en un perfil publicado en el diario Ciudad Ccs.
Hausmann realmente es un reconocido académico de los ThinkTank (tanque de pensamiento en inglés) que promueven el libre mercado como la panacea para los problemas económicos y sociales del "tercer mundo", como lo son a los ojos de EEUU los países del continente americano, agrega Paravisini.
La defensa de la dolarización de la economía de países poco industrializados, la adopción de políticas para el financiamiento del Fondo Monetario Internacional y otros organismos multilaterales para el control de la economía foránea, entre otros temas, forman parte de las áreas que instrumentaliza este docente, según las investigaciones publicadas en su propia página web, para defender el neoliberalismo como tabla de salvación.
Hausmann, además, es un activo colaborador del Estado de Israel y considera que "América Latina es un complemento natural de Israel" porque es un "importador neto" de bienes y tecnologías en los que Tel Aviv tiene "grandes fortalezas", como manejo de agua, agricultura, seguridad o informática.
En su lógica, América Latina exporta productos interesantes para Israel, como energía, minerales, metales y productos alimentarios, por lo que "hay una gran complementariedad natural" que ha llevado a que las relaciones económicas sean "de larga data e importantes para ambos lados".
En 2008 y por voluntad propia se convirtió en ciudadano colombiano juramentado por el entonces presidente colombiano, Alvaro Uribe Vélez.
El acto, realizado el 15 de diciembre de ese año en el Salón Protocolario de la presidencial Casa de Nariño, sirvió para que Hausmann le dijera a Uribe "que es un honor y orgullo recibir la nacionalidad de un país que siente propio", según la reseña publicada en el portal web de la Presidencia de Colombia.
Mantiene actividades de promoción del libre comercio en distintas regiones de Colombia, y en agosto pasado visitó Cúcuta y pidió perdón por la decisión del gobierno venezolano de cerrar temporalmente la frontera...
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