Opinión / Lo económico: Ni tan calvo ni tan cejón / Julián Rivas



En la campana global contra Venezuela vienen ocurriendo cosas que no son del todo originales. La prensa española incluso publica ociosidades sobre nuestro país, como para entretener a la gente y que se olviden de sus asuntos internos. Hasta México, un país tomado por la mafia, nos da lecciones de democracia y reclama respeto a los derechos humanos. En lo económico, en medio de la crisis mayor del capitalismo a escala global, la prensa gringa vende la idea de que Venezuela es lo peor. Ni tan calvo ni con dos pelucas. Ni con las cejas del cejón Julio Borges.

Se perfila el plan desestabilizador. Así las cosas, el pueblo es intimidado y ofendido por estos diputados de la burguesía que se han enseñoreado en la Asamblea Nacional. Tienen discurso de oropel. Representan a los que evaden las convenciones y leyes. Son lo mismo. Y tienen delineado el proyecto económico neoliberal. No hay democracia para esta gente, si no la de ellos, la de élites, la adecofacista filo anglosionista. El orden de ellos, es el burgués, no hay otro. Es muy fácil acusar al “modelo económico”, por medio de argucias de primera página.

Estos capitalistas no respetan ni los viejos criterios capitalistas que todavía se aplican en otros lugares del mundo. Pero eso no les importa a los muy ricos, porque ellos compran carros como quien compra un popsicle, una barquilla. Igual que Julio Borges compra una casa, así de fácil. Este es un campamento minero, y por tanto, el petróleo y lo que haya en tierra es de ellos. Pueblo, no le creas a esta aristocracia. Bienvenido el debate, métale coco a este asunto.

El afán que existe actualmente para que las aerolíneas internacionales se retiren de Venezuela es inocultable. Esto debería investigarse para aplicar justicia. Indagar este fenómeno incluso desde su matriz mas próxima, el año 2013, cuando desde la directiva de la Asociación de Líneas Aéreas, con el silencio de quienes dirigían el instituto regulador de las actividades aéreas en Venezuela, se inició un proceso de cartelización. Los coaligados intereses empresariales elevaron los costos de los boletos, y luego se pretendió cobrar cifras
asombrosas en dólares al Estado. Se llamó deuda a lo que es un compromiso de convertibilidad de moneda. Al mismo tiempo el bolívar comenzaba a sufrir los efectos de la desestabilización promovida desde Cúcuta y Bogotá.

Sin duda, lo económico desentona. En efecto, no es fácil adelantar programas de estabilización económica, precisamente en el capitalismo y con programas de redistribución. Por lo demás, los economistas burgueses se las saben todas, menos una. Creen que el pueblo es tonto. En líneas generales, lo que ocurre en Venezuela esta asomado en los libros. Como las enfermedades, los asuntos económicos tienen un cuadro de estudios previos.

Irvijng S. Friedman, un economista gringo que estudio el fenómeno inflacionario nos señala que “el fracaso del gobierno para reconocer la fuerza de las expectaciones inflacionistas y las desigualdades heredadas del pasado, seguidas de la incapacidad gubernamental para continuar sus políticas anunciadas e implantadas, así como la rápida y poderosa renovación del escepticismo… da vida y vigor a las expectaciones inflacionistas”.

Bueno, por un lado, se promueve desde las potencias del Norte la caída de los precios del petróleo, nuestro principal producto de exportación. Por cierto, no solo afectan a los países OPEP, también a otros productores. Como corolario, cae el ingreso en monedas extranjeras. Al mismo tiempo se siembra desesperanza en la sociedad, sobre todo se golpea la moneda, se seca el ahorro nacional, se estimula el bachaqueo, el contrabando y la extracción de recursos a Colombia, y obviamente se corrompen funcionarios. Sobra decir que los falsos rojos han dado contratos a empresarios que financian la oposición. De esas barajitas tenemos un lote.

La especulación acogota. Parece una locura de comerciantes. Por fortuna estanflación no va acompañada de alto desempleo, característica de otros fenómenos inflacionarios del siglo 20 en Europa y Norteamérica. Esta es la punta del rabo que los desestabilizadores no han podido montar. Pero ojo, quieren un cerco de desabastecimiento en Caracas, el deterioro de los servicios públicos, para que el malestar lleve a la protesta. Es curiosa la coincidencia de que varias empresas buscan el cierre de servicios aéreos sobre Venezuela.
Sigamos con Friedman y su libro “Inflación, desastre mundial”. “La historia de los programas de estabilización subraya el argumento de que, en la mente del público, el gobierno construye o destruye la prosperidad nacional. Además, ningún gobierno de la posguerra, por lo menos ninguno en el mundo occidental, ha podido sobrevivir a la opinión publica de que está prolongando una depresión”.

En fin, se podría gobernar “mientras haya vientos favorables”. Pocos recuerdan que hace una década Venezuela encabezaba los indicadores mundiales de crecimiento del PIB. Y lo puede volver a hacer con un relanzamiento revolucionario, con el pueblo mandando y gobierno obedeciendo.

Friedman hace otra observacion. “La inflación persistente refuerza considerablemente las dificultades políticas fundamentales para proseguir las políticas fiscales destinadas a evitar, reducir o eliminar las presiones inflacionistas. Esas dificultades se combinan con otras: Una de ellas es el proceso legislativo por el que deben pasar los presupuestos nacionales”. Que curioso.

El caso es que estamos en una puja, se aviva la lucha de clases, palabra que no le gusta a la burguesía, si bien ella es su principal promotora. El hombre tusa, dueño de la Polar, por el contrario se promueve como buena gente. Con los medios de comunicación a su servicio, quién no. Pero que siga el debate.

Producir qué

Eso de estar haciendo énfasis en un camino “productivo” no permite aclarar que en el capitalismo lo menos que existe es lo productivo. El capitalismo realmente existente es monetarista, especulativo, y de ahí vienen buena parte los problemas de la humanidad.

Producir hoy requiere despejar intereses económicos y políticos. Cuando vemos a Julio Borges insistiendo en que hay que mercantilizar los títulos de propiedad de las viviendas construidas por el Estado, uno se ve obligado a buscar que hay detrás de este artificio seudo legal. Borges recuerda el cuento del trinitario que fue al burdel buscando “mujee que tenee gonorrea”. ¿Cómo? Nadie compredía por qué tanta insistencia. Era que el sí tenia gonorrea. El mercantilismo da para eso. Es una enfermedad. Los intereses creados son los que impulsan a Borges a insistir en tan descabellado cometido.

Venezuela necesita triplicar, por lo menos, su producción agrícola. Fortalezcamos la aplicación de la ciencia y la tecnología en el campo, formemos a los productores. El asunto no solamente es cuestión de ingeniera, desarrollo de infraestructuras. Hay que formar especialistas en economía agrícola. La banca debería favorecer al productor y no al vivo
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