Crónica / El tarifado glamour de la condesa de Allup / Víctor Hugo Majano




VICTOR HUGO MAJANO
CUATRO F

A falta de Hola, la revista de las casas reales europeas, la mujer del actual presidente del parlamento venezolano se tuvo que conformar con una copia tercermundista y decididamente marginal llamada Ok, editada por esa fábrica de prensa basura que es el Bloque de Armas.

Diana D'Agostini de Ramos, una rubia oxigenada, hija de un inmigrante italiano que hizo su fortuna a punta de coimas pagadas a los políticos de la democracia representativa, se muestra a los casi 55 años como la princesa consorte de un trono con fecha de vencimiento.

Cual maniquí de la tercera edad la aspirante a primera dama (aunque sea en un anticipado release o relanzamiento del carmonazo) exhibe su bronceado de cámara de insolación vestida en su dormilona de saten azul.

Sin duda, como un contrato de obra pública, el glamour y el reconocimiento de la prensa "rosa" se pueden comprar, es lo habitual. Y Diana pertenece a una capa de la burguesía latinoamericana que se "hizo"o a la sombra de los gobiernos de la postguerra, enfrentados a las capas tradicionales y oligarquicas.
En ese contexto, a partir de la década de 1950, se va conformando una nueva burguesía a partir de la inmigración europea, sustentada por los contratos de obras públicas y por la concesión de tierras con vocación agricola.

Eso pasó en toda la subregión, incluyendo Argentina, donde hoy gobierna Mauricio Macri (hijo de uno de esos inmigrantes), y en Venezuela, donde la propia D'Agostino sueña con su coronación y no precisamente "en una noche tan linda".

Su familia, al menos desde la década de los 70 asume contratos de mantenimiento de la red nacional de carreteras, a tal punto que el nombre de su empresa constructora se convierte en toponimia. En Zulia, Apure y otro decena de entidades hay lugares denominado la "Y" o la recta o la redoma de Dayco.

La riqueza, sin embargo, no es tal sin las relaciones y la aceptación por  parte de otros factores de poder, bien sean económicos y especialmente políticos.

Casi sería una certeza pensar que las bodas de las morochas D'Agostino (Diana y Dora) formaba parte de ese proceso de ascenso y de inclusión en las capas dominantes.
Dora se casa con un burócrata de la burguesía, el doctor Eladio Lares, que al menos estaba (y sigue estando) muy cerca de uno de los factores determinantes del capital en la conformación de la Venezuela del siglo XX. No sería descabellado decir que el grupo fundado por William H. Phelps es el principal estructurador simbólico del dominio del sector comercial-importador: no debe olvidarse que desde alli se forman los primeros medios radiolectricos como Radio Caracas Radio y RCTV.
Mientras que Diana, al casarse con Henry Ramos Allup, sella la alianza con el poder político, y concretamente con el factor dominante en la segunda mitad del siglo pasado. Pero más allá de lo discursivo el hecho cierto es que la unión trajo consigo más contratos y obras de gran magnitud, incluyendo embalses, túneles y edificios.
Por lo demás una alianza de ese tipo no hace sino reflejar como funciona el Estado ideal del Capital. Y además permite entender conceptos de cierta complejidad como la “acumulación originaria del capital”: esto es que usted llega y si nadie lo tiene se lo agarra; pero si ya lo tiene alguien entonces se lo quita con apoyo del esposo, amante, hijo o allegado que controla un pedazo del aparato estatal.
El problema es que eso tiene sus límites y aunque usted nade en billetes, s no puede demostrar su pedigrí europeo con geneología de 400 años en América (como sí lo puede hacer María Corina, Leopoldo López y Lorenzo Mendoza), tenga por seguro que su foto no se imprimirá en Hola.
Y mucho menos sueñe con que podrá andar codo a codo con el rey Felipe VI, como si lo ha hecho el jefe de las Empresas Polar. En el año 2000 Mendoza viajó con el entonces príncipe Felipe y su novia sueca (antes de Leticia) además de un selecto grupo de panas, a la India. También le prestó su apartamento de París para que pudiera evadir el acoso de los papparazzi en los hoteles de la capital francesa. Y más tarde, ya empatado con Leticia, le puso a disposición avión, yate y mansión en Bahamas para una luna de miel caribeña.
Son las diferencias derivadas no sólo del dinero sino de los privilegios casi monarquicos que se decidió dar la oligarquía venezolana que puede contar entre sus antepasados al primer presidente de Venezuela, Cristobal de Mendoza.
Pero obviamente, en la carrera que la burguesía venezolana se ha impuesto para retomar abiertamente el control del Estado, es necesario demostrar quien es el más glamoroso para sentarse en el trono. Por ejemplo, la pareja formada por Leopoldo "Kent" López y Lilian "Barbie" Tintori tiene resuelto ese tema desde hace varios años. A pesar de lo marginalizante de la prisión. Por eso tanta insistencia en una “ley de amnesia” generalizada que es sencillamente invíable y no en una medida puntual de perdón a políticos claves. Asi, a pesar del “esfuerzo”, el competidor se queda en Ramo Verde.
Lo mismo ocurre con la familia "real" Mendoza-Pulido (Lorenzo y María Alexandra, primos lejanos como en las mejores familias monárquicas): las fotos de la nieta de Eugenio Mendoza con un discreto vestido que la cubre bien son realmente encantadoras y no se pueden comparar con el perfil de una quincuagenaria que modela ropa interior.
Pero además la carrera es tan desesperante que la familia Ramos-D'Agostino optó por mostrar su lujosa intimidad en una revista con tan poca clase que se llama Ok, un término tan vulgar que ni siquiera tiene correspondencia en otros idiomas.
A Ramos le quedan menos de 300 días como presidente de esa AN y mucho menos para "sacar a Maduro", por lo que no sería de extrañar que en las próximas semanas los veamos hasta en El Propio.
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