Adriana Urquiola: la amiga de mi amigo, y mi amiga también (Audio)

Acabo de descubrir que Adriana Urquiola, la chica asesinada anoche en Los Nuevos Teques era amiga de un amigo.
Mi amigo es un buen hombre, con buenos amigos y buenos hermanos, y si Adriana era su amiga no puedo dudar de que era una mujer buena.
Mi amigo no ha querido hablarme de su amiga, quizás la acompaña en una funeraria o tal vez la llora en su casa. Pero creo que no es necesario que me diga como era.



Con sólo ver sus fotos uno sabe que era hermosa, eso es evidente. Y también es obvio que estaba enamorada, que sin duda era una buena compañera y que sería una madre maravillosa.

Además debe haber sido una buena maestra para niños y jóvenes con discapacidades auditivas: esa seguramente era su tarea cotidiana, mas que la de intérprete para televisión.

Esa tarea debe haberla hecho dulce y comprensiva. Para enseñar hay que comprender, tener paciencia. Pero si además se trata de enseñar a quienes tienen dificultades adicionales es necesario actuar con amor.

Como el amor que expresa en fotos donde aparece junto a una chica con alguna discapacidad.
Y como el compromiso militante que transmite frente al afiche aniversario de la Misión José Gregorio Hernández, la más bonita de las misiones creadas por el comandante Chávez.

Quienes te mataron, y te siguen matando cuando mienten y utilizan tu muerte para sus ambiciones de poder, no podrán entender la magnitud del daño que le han hecho al mundo,

Ojala que tu vida y tu historia ayude a que todos comprendamos que esta locura de violencia y muerte hay que pararla ya. No podemos esperar más tiempo...

Y mi amiga también

Ayer me enteré que Adriana era mi amiga, o que en todo caso la conocía.

Me lo dijo mi amigo, el que cito en la primera parte de esta nota. Creo que ya lo sabía pero me resistí a aceptarlo.

Yo la conocí como maestra de personas con discapacidad auditiva, apenas pasaba los 20 años pero parecía tener un poco más y era tal cual como me la "imaginaba" más arriba. Pero en realidad la recordaba, porque era de ella de quien escribía.

Andaba en esos meses con un muchacho sordo, quien era su novio y su alumno, y me contaba de los "castings" que había hecho en varios canales de televisión para ser interprete de señas. Por esa época comenzó con ese oficio tan elocuentemente silencioso.

Yo no conocí lo que mi amigo conoció y lo conectaba con Adriana. Ella era cantante desde muy niña y ambos fueron alumnos de un excelente maestro, poeta y amigo que mantuvo un centro de educación musical durante muchos años en el oficentro El Picacho en San Antonio de Los Altos.
Formó parte de varios conjuntos musicales incluyendo un grupo de gaitas y de música tradicional en el liceo Luis Eduardo Egui Arocha, ubicado en la urbanización Los Castores, donde cursó su bachillerato.
Mi amigo cuenta que, al contrario de lo que ocurre con muchos artistas, ella se "encumbraba" frente al público, le daba fuerzas y lograba entregar lo mejor de sí.

No pudo evitar mi amigo hacer notar lo aparentemente contradictorio de las dos facetas de Adriana: el canto, con su fuerza sonora, y las señas con su rotundo silencio. Concluimos que no había tal contradicción porque en ambos Adriana cantaba y le daba voz a quienes no la tienen.

Hoy mi amigo rescató una pieza musical con la voz de Adriana y la compartió y yo me tomo la libertad de compartirla también. Ella canta la segunda estrofa.











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