Funcionario de la PNB involucrado en caso de los terroristas trinitarios responsabiliza al agente del Sebin

José Gregorio Socorro se vino para Caracas, desde su Rubio natal, en el estado Táchira, cuando tenía 17 años. Venía decidido a convertirse en policía y así lo hizo en el instituto universitario de la extinta Policía Metropolitana, de donde egresó como licenciado en Ciencias Policiales.
Se graduó en el primer lugar de su promoción y siempre, en cursos, evaluaciones y ascensos aparecía en posiciones destacadas, cuenta su esposa Yessika Vivas, quien muestra con orgullo el resumen de vida de Gregorio, que exige al menos tres páginas,

Esa cadena de éxitos le permitió convertirse en el jefe adjunto de la Unidad de Operaciones Tácticas y Especiales (UOTE) de la Policía Nacional Bolivariana, un equipo élite que está a la orden del Presidente de la República.
Sin embargo en sólo unas horas esa carrera exitosa quedó atrás y hoy Gregorio, de 30 años, está preso e imputado por los delitos de traición a la Patria y asociación para delinquir, previstos en la Ley contra el Terrorismo y la Delincuencia Organizada, por haber ofrecido, presuntamente, entrenamiento policial en el uso de armas a un grupo de 10 ciudadanos extranjeros, incluyendo a ocho nativos de Trinidad y Tobago.

Según el relato de su esposa nunca hubo tal entrenamiento sino una demostración de destrezas con armas, que fue solicitada por un funcionario del Sebin (detenido y procesado también ) con el argumento de ofrecer un gesto de cortesía a un grupo supuestamente relacionado con la embajada de Trinidad en Caracas.
Rafael José Durán, un agente con adiestramiento tipo comando, es el funcionario que hizo las conexiones con el grupo de trinitarios, a quienes conoció en una tienda de artículos policiales ubicada en Chacaíto, a finales de febrero.
La tienda pertenece a Fery Molina, agente de Polichacao, quien también permanece privado de libertad por el señalamiento de haber suministrado equipos policiales a los extranjeros procesados por terrorismo. El dice, según un compañero y amigo, que le vendió unos pantalones y franelas usadas por agentes policiales a los trinitarios entre el 18 y el 19 de marzo, y que la transacción está debidamente soportada con una factura.

Socorro, quien conocía y confiaba en el agente del Sebin, habría consultado con su superior, quien no puso objeciones a la "cortesía" y lo autorizó verbalmente. El grupo de trinitarios estuvo en el polígono de tiro, ubicado en Caricuao, dos veces: el domingo 2 de marzo y el siguiente domingo 9. La primera vez sólo vieron y la segunda recibieron algunas instrucciones sobre el manejo de una pistola, según el relato que le contó Gregorio a Yessika.

Todo se habría hecho conforme con una rutina que no implica un entrenamiento sino una demostración de las destrezas de la unidad.

Lo que si reconoce Gregorio es su confianza e imprudencia por no haber exigido de inmediato la tramitación formal de la solicitud. Luego la uinidad debió viajar a Táchira a prestar apoyo en la crisis, y lo del "oficio" quedó para después.

En eso fundamenta Socorro su defensa, y por eso pide que se revise detenidamente la situación. Está seguro que su exitosa carrera policial lo avala y confía en que los órganos judiciales determinarán su inocencia.

El joven oficial tiene un hijo de dos años de edad y vive con la familia de su esposa en un barrio popular de Carapita, en el suroeste de Caracas, donde es reconocido como un hombre dedicado a su trabajo.

Luego de su aprehension el jueves 20 de marzo su esposa confiesa haber llorado durante dos días seguidos. Por suerte el bebé aún no se percata de la situación pues su padre esta detenido en su propio comando, lugar a donde lo acompañada durante los dias libres.
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