Entretanto, las grandes fallas comunicacionales del Gobierno (no de ahora, desde antes, cuando Chávez era presidente) parecen que nos están pasando factura.
La comunicación sin estrategia (o con la estrategia de Eudomar Santos: como vaya viniendo, vamos viendo), inmediatista, efectista, consignista, superficial, meramente propagandística, carente de creatividad y de diversidad, que no se hunde en la conciencia profunda de la gente, y que hace que ahora, cuando la papa se puso dura, mucha gente del pueblo se confunda y comience a desconfiar de la Revolución.
En medio del desierto comunicacional del Estado, se produce la resurrección de La Hojilla. Por supuesto, Mario tiene pleno derecho a que su voz sea incluida en el debate nacional.
El tiene talentos y defectos. En el chavismo despierta emociones encontradas: unos lo admiran y lo adoran, otros no se lo tragan ni con almíbar.
De ambos bandos conocemos bastante gente. Pero ese no el problema. Más bien el asunto es que al parecer el Gobierno, al no encontrar la fórmula para superar la inepcia comunicacional, comienza a sacar conejos de una chistera. La resurrección de La Hojilla no responde, por supuesto, a ninguna estrategia comunicacional, es una carta que se tira a la mesa a ver si algún albur nos favorece.
Es como si estuviéramos tirando palos de ciego. No es por arte de magia ni con apariciones milagrosas que vamos a espantar el fantasma del estancamiento, que nos ha llevado por años a no poder alejarnos con alguna holgura de la peligrosa frontera del 50%. Bienvenidos al debate Mario y La Hojilla.
Pero que no crea el Gobierno que está resolviendo nada con eso. Es una movida tan improvisada como la cambiadera de ministros. De Villegas a Delcy, de Delcy a Faría. Y en realidad no está pasando nada.
Tomado del Análisis de Entorno del 23/02/2015
La comunicación sin estrategia (o con la estrategia de Eudomar Santos: como vaya viniendo, vamos viendo), inmediatista, efectista, consignista, superficial, meramente propagandística, carente de creatividad y de diversidad, que no se hunde en la conciencia profunda de la gente, y que hace que ahora, cuando la papa se puso dura, mucha gente del pueblo se confunda y comience a desconfiar de la Revolución.
En medio del desierto comunicacional del Estado, se produce la resurrección de La Hojilla. Por supuesto, Mario tiene pleno derecho a que su voz sea incluida en el debate nacional.
El tiene talentos y defectos. En el chavismo despierta emociones encontradas: unos lo admiran y lo adoran, otros no se lo tragan ni con almíbar.
De ambos bandos conocemos bastante gente. Pero ese no el problema. Más bien el asunto es que al parecer el Gobierno, al no encontrar la fórmula para superar la inepcia comunicacional, comienza a sacar conejos de una chistera. La resurrección de La Hojilla no responde, por supuesto, a ninguna estrategia comunicacional, es una carta que se tira a la mesa a ver si algún albur nos favorece.
Es como si estuviéramos tirando palos de ciego. No es por arte de magia ni con apariciones milagrosas que vamos a espantar el fantasma del estancamiento, que nos ha llevado por años a no poder alejarnos con alguna holgura de la peligrosa frontera del 50%. Bienvenidos al debate Mario y La Hojilla.
Pero que no crea el Gobierno que está resolviendo nada con eso. Es una movida tan improvisada como la cambiadera de ministros. De Villegas a Delcy, de Delcy a Faría. Y en realidad no está pasando nada.
Tomado del Análisis de Entorno del 23/02/2015
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