La derecha
y la burguesía parasitaria arrecian ataques contra ministro de Economía, el docente e investigador Luis Salas, debido que ha logrado develar que efectivamente estamos frente a un
escenario de “guerra económica”
Víctor Hugo Majano
Cuatro F
La designación de Luis Salas Rodríguez como ministro
de Economía de Venezuela ha puesto a temblar a la burguesía
comercial-importadora, a los economistas tradicionales que le dan
soporte conceptual y académico a sus actuaciones y a sus operadores
políticos agrupados en la llamada Mesa de la Unidad (MUD).
Apenas realizado el anuncio la noche del miércoles 06 de enero por el presidente Nicolás Maduro, se iniciaron los ataques para descalificarlo por el hecho de asumir posturas de izquierda y acusarlo de radical.
Estos ataques están motivados por el temor que les produce la
capacidad argumentativa del docente universitario para demostrar que
efectivamente estamos frente a un escenario de “guerra económica”
impulsada por el sector empresarial, sus señalamientos críticos a los
errores y omisiones de la gestión gubernamental en materia económica y
la identificación de mecanismos concretos que permitan superar la
ofensiva de la burguesía y devolverle la esperanza al pueblo.
Así el expresidente de Fedecámaras, Jorge Roig, dijo que no es nada
“esperanzador para la economía el currículum de Luis Salas” y que “la
economía del país no tiene esperanza de mejorar”.
Mientras que el economista Asdrúbal Oliveros afirmó que la
designación de Salas era preocupante, y el diputado Julio Borges, por su
lado, aseguró que es de “muy mal augurio que sigan culpando a la guerra
económica”, en alusión a lo escrito por el experto que dirige el
programa de formación de economistas de la Universidad Bolivariana de
Venezuela (UBV).
Lo cierto es que las objeciones a la visión de Salas están ancladas
en la noción ineludible de que una alternativa al mercado no es posible,
y a la descalificación automática de quien asome esa posibilidad. O si
no en la mera descalificación personal, incluyendo el uso de expresiones
racistas.
Una revisión detenida del trabajo de Salas puede contribuir con la
comprensión del temor que se ha desatado entre los actores políticos y
económicos que han dependido históricamente de la transferencia de
divisas obtenidas por la venta del petróleo.
1.- Las cosas por su nombre
Salas Rodríguez llama a las cosas y a los procesos en materia
económica por su nombre, o mejor dicho por lo que implica. Por eso llama
especulación, usura y acaparamiento a lo que desde la perspectiva
empresarial definen como inflación y escasez.
Es decir, despoja de su máscara de ideología (presentada como
conocimiento científico) las categorías o conceptos con los que la
burguesía pretende justificar sus actuaciones para apoderarse de la
riqueza de los trabajadores o de las capas menos fuertes del
empresariado.
Así, por ejemplo, el problema del aumento de los precios no puede
definirse como un proceso accidental y no intencional que denominan
inflación, sino que es consecuencia de las relaciones en medio de las
cuales se produce, que “en el caso de las economías capitalistas están
mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del
otro”, según explica en el folleto 22 claves para comprender y combatir
la guerra económica.
Esto significa que los precios no están determinados por el azar ni
por la llamada “mano invisible del mercado”, sino por las decisiones que
toman los productores y comercializadores “tácita o concertadamente en
perjuicio de los consumidores”.
De allí que la llamada “inflación se usa como herramienta de lucha
política para presionar a gobiernos, imponer intereses o simple y
llanamente conspirar desesperando a la población, desmoralizándola y
atizando el odio al confrontarla entre ella. Por este motivo, en los
casos en que se le utiliza abiertamente como herramienta de lucha
política su correlato es la “escasez”: tal es la condición necesaria
para imponer la lógica de la sobrevivencia del más fuerte, que en este
caso
se expresa a través del que tiene más plata al momento para comprar o
del que llega más rápido y se lleva toda la existencia, en una especie
de saqueo organizado.”
De ese modo, a través de la manipulación y el sabotaje de los medios
económicos se crean las condiciones para empujar a la población “a
competir por los bienes escaseados, lógica tanto más
perversa en cuanto la persona es de hecho comprometida u honesta. Si
no es este último el caso, se suma sin conflicto moral y busca
aprovecharse de la situación. Pero si la persona no es indolente, tiene
sentido ético, compromiso político o es solidaria, la guerra económica
persigue primero rebajarla al nivel de predador o presa, la coloca ante
la disyuntiva de ser especuladora o especulada, “viva” o “pendeja”.
Una lectura reflexiva de esta frase confirma que efectivamente
estamos ante un proceso deliberado de confrontación con el fin de
desmovilizar y corromper a grandes capas de la población: “los
ingenieros de la guerra económica conciben la sociedad como una manada
de potenciales salvajes que cuando las cosas se tuercen un poquito, se
atacarán entre ellos. Es la teoría de la pelea de perros aplicada a la
economía”.
Y así como se develan estos procesos y se desnuda el carácter
encubridor de nombres y definiciones, la protección conceptual de la que
goza la explotación del trabajo ajeno y la apropiación de la riqueza
social se derrumba y se abre la posibilidad concreta de destruir el
modelo de relaciones de producción. Y es a eso, justamente, a lo que
temen.
Ese ejercicio de descubrir la manipulación lo hace Salas con otros
paradigmas de la economía política de la burguesía. En tal sentido sus
trabajos derriban otras ideas como el supuesto carácter negativo de los
controles del Estado, o que la inflación es consecuencia del exceso de
liquidez, o que las normas de la ley del trabajo perjudican a los
trabajadores.
Todo eso lo hace con una inédita competencia didáctica y
argumentativa que sin duda pone en riesgo el control derivado del “saber
científico” sobre los procesos productivos.
2.- La crítica del pragmatismo
Luis Salas también ha adoptado una postura crítica hacia las
debilidades, inconsistencias y omisiones de la política económica. Esto
ha apuntado a ciertos sectores dentro del chavismo que conciben que “la
única manera de salvar la Revolución es sacrificando todas aquellas
cosas que la hicieron tal, la única manera de luchar contra el
capitalismo y los poderes imperiales es cediendo ante sus exigencias y
condiciones”, según lo refleja uno de los textos de las 22 claves.
Así, durante el llamado congreso económico del PSUV realizado el
pasado 15 de diciembre, su postura se diferenció de quienes afirmaban
que no existía una guerra económica, tal como lo reveló el propio
presidente Nicolás Maduro en su discurso conmemorativo de la muerte del
Libertador Simón Bolívar, en el Panteón Nacional. “Se atreven a decir
que en Venezuela no ha habido guerra económica, lo leí. Hasta allí llega
la confusión”, precisó.
Pocos días después Salas volvía a advertir sobre el hecho anormal de
“que dentro de las filas del chavismo y la izquierda haya quienes
defienden estas mismas posturas” neoliberales para salir de la crisis,
aunque con argumentos “de orden pragmático y realista, sobre la
necesidad de flexibilizar tal o cual cosa o hacer tal o cual concesión
para calmar los espíritus animales de los especuladores y bajarle dos a
los tambores de la guerra económica”, explicaba en su blog Sur-versión
el 22 de diciembre.
En tal sentido advertía “que las propuestas convencionales de
política económica blandidas como parte de una estrategia pragmática o
realista de abordar las tensiones derivadas de lo anterior, no son una
novedad y se han aplicado en mayor o menor medida en distintos países en
los últimos años no solo sin resultados positivos, sino incluso
sirviendo para empeorar los cuadros”.
En el documento presentado en el Congreso Económico del PSUV, el 15
de diciembre, advirtió sobre el plan de la derecha para presionar al
gobierno del presidente Nicolás Maduro, para que sea este quien tome las
medidas neoliberales de choque que exige el empresariado y el capital
transnacional, y así no tener que pagar el costo político asociado.
Sin duda, a estas alturas, esa posibilidad ha sido abortado, tras ser
develada, lo que se convierte en una razón adicional para el duro
cuestionamiento activado contra el ministro.
3.- Lo concreto como utopía
Y finalmente, Salas ha rescatado desde lo concreto la esperanza de
superar la crisis y recuperar a Venezuela de los daños causados por la
guerra económica. Así lo ha perfilado en su más reciente texto publicado
el 2 de enero pasado.
Entre esos elementos ligados con lo real, el designado jefe de la
política económica ha planteado tareas como la democratización
económica, la comunalización de la producción y la distribución, el
gobierno económico junto al pueblo, la transparencia radical en el
manejo de los recursos públicos, y el rescate del bolívar como premisa y
signo de soberanía, lo que contemplaría “incentivos claros para el
ahorro en bolívares de la clase media y popular”.
Esto implica una aproximación a soluciones desde la comprensión de
cada proceso, desarrollada por sus actores, tanto productores como
consumidores, como única alternativa para superar el impacto de la
ofensiva de los sectores del capital transnacional y la gran burguesía
parasitaria.
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